4/4-Las mentiras de los comunistas chilenos (por Jan Doxrud)

4) Las mentiras de los comunistas chilenos (por Jan Doxrud)

Lo  mismo aconteció con la invasión de Afganistán (1979-1989)  que, como explica Mauricio Rojas, fue alabada por Orlando Millas en presencia de Luis Corvalán. Aquí Millas hace referencia a las fuerzas progresistas que venían a traer la civilización a esta nación. Como señala Rojas, esto recuerda a la “carga del hombre blanco” propia del imperialismo de segunda mitad del siglo XIX, en donde el hombre blanco debía llevar la civilización a las demás culturas. Así, con Rojas habla de la “carga del hombre soviético” (muy en la línea del pensamiento de Marx influenciado por esta mentalidad decimonónica así como por la idea de progreso). Añadía Millas que fueron los patriotas y revolucionarios de Afganistán quienes pidieron la ayuda soviética y que la ayuda de esta última representaba el “internacionalismo consecuente del país de Lenin”. 

Lo que no se menciona fue la represión comunista  de los musulmanes en Afganistán y, al parecer, los soviéticos no supieron calibrar bien la geopolítica del país, los múltiples grupos étnicos, las zonas montañosas, la yihad que llamaría a luchar contra el invasor soviético y la ayuda que daría EE.UU a estos denominados muyahidines. Junto al desastre nuclear de Chernóbil, la derrota soviética en Afganistán fue un duro golpe. Hubo miles de muertos y solados que volvieron psicológicamente trastornados, alcohólicos y con dificultad de insertarse en la sociedad civil.

Durante el gobierno de la Unidad Popular (1970-1973) el Partido Comunista se mantuvo fiel a Allende y no se vio tentado por la revolución violenta como la proclamaba el MIR o el Partido Socialista (ver Congreso de Chillán). Pero igualmente los comunistas no habían abandonado los dogmas centrales de su ideología como la lucha de clases y la inevitabilidad de la dictadura del proletariado. Como afirmó Corvalán

“No compartíamos (el criterio de Allende) según el cual nuestra vía revolucionaria constituiría un segundo modelo de realización del socialismo excluyendo o haciendo innecesaria la Dictadura del Proletariado en una determinada etapa del período de transición”[1].

Por ende, y como ya he señalado anteriormente, si el comunismo en Chile no se transformó en un totalitarismo criminal fue porque no tuvo las fuerzas suficientes como para hacerse con el poder total del país. Es por ello que siguió la estrategia recomendada por Moscú. Como señalé en otro artículo, la académica Olga Ulianova, explicaba que la estrategia de la “Vía chilena al socialismo” de la Unidad ya se habían planteado e incorporado en el discurso de izquierda marxista en el XX Congreso soviético de 1956, tres años después de la muerte de Stalin y el ascenso al poder de Nikita Jruschov. 

Allende y Corvalán

Tal cambio en la forma de hacerse con  el poder respondía a la necesidad de adecuarse a los cambios acontecidos a lo largo del siglo XX y a la ingenua esperanza por parte de Jruschov de que tal sería el camino que emprenderían los países occidentales, dado a que amplios sectores de la sociedad estaban a favor de un cambio de rumbo ideológico. Pero no hay que equivocarse puesto que el fin era el mismo: llegar al socialismo

Sería tras el golpe de Estado de 1973 que el PC abandonaría la vía institucional para adoptar la vía armada e insurreccional, por medio del FPMR. De hecho no participó ni estuvo de acuerdo con el plebiscito de 1988 y no participó de los gobiernos de la Concertación que gobernaron desde comienzos de la década de 1990. Solo en el 2013 sería parte de un nuevo conglomerado de partidos políticos denominado Nueva Mayoría y, en las últimas elecciones parlamentarias obtuvo resultados positivos al obtener 2 senadores ( desde Allende no tenían representación en esa cámara) y 12 diputados.

En suma, y para terminar, hemos destacado varios puntos a lo largo de este escrito. En primer lugar que el comunismo es una ideología totalitaria y criminal que es incompatible con el Estado de Derecho, las libertades básicas y la democracia liberal (pluralista y multipartidista). En virtud de lo anterior, Carmen Hertz simplemente miente y la historia y el contenido de su propia ideología no están de su lado. Como ideología, el comunismo es parte de la familia de los denominados totalitarismos – ya sea religiosos o seculares – y que poseen una serie de características básicas: aniquilamiento del individuo, estatización de la vida, la aniquilación de la sociedad civil, el uso sistemático de la represión y el terror y la manipulación del pasado por último. 

Más importante aún es comprender que este tipo de ideologías no pueden ser reformadas.  Es por ello que el intelectual polaco Leszek  Kolakowski afirmó que reformar el socialismo era como freír bolas de  nieve. Revel, por su parte, señalaba que el comunismo no podía ser humanizado ni optimizado y que este se conservaba o se hundía. Así, de acuerdo al intelectual francés, la única manera de mejorar el comunismo era deshaciéndose de este. 

En segundo lugar señalamos que el PC chileno no constituye ninguna excepción a la regla y si este nunca llegó a mancharse las manos de sangre de millones de personas, fue porque nunca pudieron hacerse con el poder total. Así, los nazis no pudieron instaurar su régimen del terror hasta que Hitler llegó a la cancillería, murió el Presidente Hindenburg y logró acaparar toda las palancas del poder. Lo mismo sucedió con Lenin quien, por medio de un golpe de Estado, impidió el proceso que llevaría a Rusia a convertirse en una democracia representativa. 

Esto fue lo que hizo asimismo Fidel Castro, quien secuestró la revolución cubana y la sometió a su ego y a la ideología comunista. Así los comunistas y los nazis parasitaron de la democracia liberal (que aborrecían) pero una vez en el poder la destruyeron desde adentro y, en el caso de los comunistas ( y utilizando su fraseología clásica), aseveraban que la estaban sustituyendo por una “democracia real” (término que aún utilizan)

En tercer lugar, el comunismo fue fiel seguidor y cómplice de los totalitarismos comunistas existentes en el siglo XX, de manera que no pueden ahora “ ex post ” señalar que tales regímenes fueron simples desviaciones del ideal supremo. En cuarto lugar y relacionado con lo anterior, es que hay que rechazar tajantemente aquellos argumentos de manual que los miembros del PC se han aprendido para hacer frente a las críticas. Este argumento no es propio de ellos, sino que es propio de los fanáticos sectarios que se refugian en utopías e ideales para, desde ahí, criticar la realidad existente.

Cuando se da la oportunidad de implementar sus ideas, pero terminan chocando y siendo aplastadas por la realidad, entonces la culpa la carga la realidad y no la idea. Tal razonamiento de que la realidad debe adaptarse a la idea – perfecta e infalible –   es lo que faculta los comunistas de no responsabilizarse de las masacres de millones en el pasado y de incluso aventurarse a implementar en algún futuro el “verdadero comunismo”.

Revel rotulaba al nacionalsocialismo como  “totalitarismo directo”, puesto que anunciaba de antemano claramente lo que pretende realizar. Por el contrario, el comunismo era un totalitarismo mediatizado por la utopía y que anunciaba lo contrario de lo que va a hacer”.

[1] Augusto Salinas, La ciencia bajo fuego. Investigación científica, Universidad y poder político en Chile, 1967-1973, p.163

Artículos complementarios (hacer click en los títulos)

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(4) La destrucción del Estado de Derecho por la izquierda en Chile, 1969-1973 (por Jan Doxrud)

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