5/8-La destrucción del Estado de Derecho por la izquierda. Salvador Allende y la Unidad Popular (por Jan Doxrud)

Sobre el tema de Allende puede completar haciendo click en mis 2 artículos

-Tomás Moulian: Salvador Allende y la izquierda chilena (por Jan Doxrud)

-La política económica de Salvador Allende y la Unidad Popular (por Jan Doxrud)

El mito en torno a Salvador Allende

Pasemos ahora a abordar el gobierno de Allende. No  es ninguna  novedad  que  Salvador  Allende  está  cubierto  de  un  manto que tiene como objetivo protegerlo ante cualquier crítica, casi  siendo  un  tema  tabú  pretender  criticar  su  figura.  Pareciera que  la  figura  de  Allende representa los más sublimes  valores  de  la humanidad y que debemos juzgarlo más bien por sus intenciones, por sus discursos y frases clichés, y por lo que pudo haber hecho de haber continuado su gobierno. Esta es la postura de ciertos sectores de izquierda que han instrumentalizado su figura como es el caso de su propio Partido (Socialista) y el PC. Pero el eyecto de la UP estaba destinado al fracaso puesto que no era compatible el socialismo con la democracia liberal propia de los países de occidente: no se podía estar en manos mundo de manera que se trataba de un más de la cuadratura del círculo. Para los miembros de la UP el objetivo era solo uno y era conquistar el poder de manera total, destruir el Estado burgués y establecer una dictadura. La única diferencia eran los medios y el timing, algo que enfrentó al PC con el PS y el MAPU.

El proceso de canonización y santificación de  Salvador  Allende solo ha tenido como consecuencia el distorsionar a la persona en cuestión. Así tenemos que la figura de Allende ha sido distorsionada tanto por sus admiradores como detractores, fruto de una construcción discursiva que tiende a abrir una brecha que lo separa del político real de carne y hueso. Es más, cada persona fabrica “su” Salvador Allende como lo estima conveniente y, por supuesto, de acuerdo con su ideología política. Ahora bien, la figura de Allende es compleja y contradictoria puesto que, si bien adoptó la retórica marxista-leninista de la época, también convivía (al parecer) en su interior el político respetuoso de las instituciones y, más allá de las opiniones que se pueda tener de él, cabe reconocer que en sus últimas intervenciones radiales (sabiendo cual iba a ser su destino), nunca incitó la violencia ni llamó a sus seguidores a tomar las armas. Pero, por otro lado, Allende también alentó la violencia e integró en sus discursos el vocabulario propio de la izquierda marxista-leninista y su fijación obsesiva por la lucha de clases y la violencia revolucionaria.

Claramente que el concepto de "revolucionario" y "revolución" era bastante limitado y reduccionista en la concepción de Allende. ¿Qué entenderá por joven revolucionario?

Claramente que el concepto de "revolucionario" y "revolución" era bastante limitado y reduccionista en la concepción de Allende. ¿Qué entenderá por joven revolucionario?

El legado de  Allende se basa solamente en buenas (y otras no tan buenas) intenciones, y en un repertorio de discursos, frases clichés y, especialmente sus últimas intervenciones a través de medios radiales que lo han inmortalizado. Aquí lo que importa es Allende “el político” (no el Allende padre, hijo, hermano), su pensamiento político y el programa  que  pretendió  implementar en Chile. Cabe preguntarse por qué razón una persona con una  dilatada  trayectoria  política  como  Allende  se dejó llevar por el discurso marxista-leninista, así como dejarse embaucar por un personaje tan nefasto  como  Fidel Castro. Allende se refirió a la Unión Soviética en su discurso del 6 diciembre de 1972 como un “hermano mayor”. Por ende podemos preguntarnos por qué razón Allende político se mostró benevolente ante una dictadura tan letal como la soviética? Sumado a esto Allende mediante sus palabras y discursos solo promovía los odios y resentimientos que el marxismo-leninismo se especializa en incubar. Como comentaba Patricio Aylwin a Ascanio Cavallo:

 “Sentía  que  Allende  estaba  sobrepasado  (…) Yo  tenía  más  confianza  en  Allende  de  la  que tenían los demás. Creía que él, un hombre  inteligente,  patriota, con  una  vida  institucional,  se  interesaría  en que su  gobierno  terminara  bien. Pero otros pensaban que a Salvador Allende le pesaba más la revolución que su misión institucional y, a lo mejor, tenían razón y el equivocado era yo”[1].

También podemos leer en “Caminos de la política” de Sergio Guillisasti (1960) una entrevista en donde Allende afirmaba una idea que hasta el día de hoy repiten los marxistas. Esta consiste en que el marxismo es una ideología flexible y plástica, es decir, que debe adaptarse a la realidad de cada país. Pero lo que la realidad nos ha demostrado es que el marxismo es un corpus de rígidos dogmas en nombre de los cuales los seres humanos han sido sacrificados, siendo un “lecho de Procusto” que ha costado la vida de millones de personas en distintos países. En palabras de Allende: “Nuestro socialismo es, en síntesis, absolutamente chileno y americano. No por eso, es menos revolucionario, menos marxista o menos científico. Es, precisamente, revolucionario, marxista y científico, porque contempla lo anterior”. Como ya señalé, estas palabras no tenían un correlato con la realidad ya que ya se sabía muy bien en aquella época qué implicaba transitar a un sistema socialista_ la instauración de un dictadura totalitaria. Lo que Allende proponía era transitar pacíficamente e institucionalmente a tal dictadura.

Allende en Moscú con Hortensia Bussi (1972)

El  hecho  es  que  Allende  tomó  su  opción  ideológica,  el  marxismo-leninismo y se propuso hacer transitar a Chile  hacia una sociedad  socialista. Además de ello, se rodeó de partidos y movimientos que no creían en la democracia liberal basada en un Estado de Derecho. Todo lo contrario, el MIR, el PC y el PS nunca renunciaron a la meta final y al eventual uso de la violencia, de manera que solo había que adaptar la táctica a la realidad del país. Había algo a lo que estos grupos nunca renunciaron, la dictadura del proletariado y la violencia revolucionaria Para estos partidos y movimientos afines era mejor instaurar la denominada dictadura del proletariado ( una institución inexistente) que soportar la llamada “democracia burguesa” o “democracia formal”.

Allende buscaba llegar  a  una  utopía  por  medios utópicos: transitar a la dictadura por medio de la legislación vigente (la “Vía chilena al socialismo”). Esto era algo que ni los comunistas consideraban posible y, para qué hablar otros grupos como el MIR, quienes no toleraban la libertad, el pluralismo, los principios republicanos  y la  democracia liberal.  Ese supuesto tránsito pacífico al socialismo contradecía todo el dogma marxista-leninista de la necesidad de la violencia revolucionaria para acceder al poder y exterminar a las clases explotadoras. Sumado a esto, nadie está dispuesto a transitar a una dictadura socialista por la vía legal y pacífica. Como señalé e insisto, en aquella época se sabía muy bien como operaban tales países socialistas. No importa si se trataba de Hungría, Rumania, Alemania Oriental, la Cuba de Castro, la China de Mao o la Cambodia de Pol Pot: todas fueron dictaduras totalitarias. 

El Chile de Allende se tornó en un país en donde no regía el Estado de Derecho puesto que los mismos que gobernaban lo estaban socavando gradualmente. El gobierno de Allende y la Unidad Popular no fue un Edén que súbitamente se vio frustrado por un grupo de uniformados golpistas. El gobierno de Allende no fue un paraíso que fracasó debido al complot de la Estados Unidos,  Nixon,  Kissinger, la  CIA  y  el  Mercurio. También  resulta  ser  absurdo  apelar  al “bloqueo invisible”. Por lo demás, en un contexto de Guerra Fría, ¿por qué razón Estados  Unidos  tendría  que  haber  ayudado  a la Unidad Popular a transformarse en una dictadura socialista?  ¿Acaso  la  URSS  habría  ayudado  económicamente  a  un país  para  que  transitara  del socialismo al libre mercado? No lo hizo en el caso de Hungría (1956) o Checoslovaquia (1967) en todo aplastó directamente por la vía armada cualquier tipo de reformismo. Allende, por lo demás, recibió  ayuda  (aunque  no  la  esperada)  de  la URSS, pero Chile no era una de las prioridades del régimen de Moscú. En pocas palabras el gobierno de Allende no fracasó por Estados Unidos sino que a pesar de la intervención de este país.

Allende en la URRS (1972) a la derecha Leonid Brézhnev

Allende en la URRS (1972) a la derecha Leonid Brézhnev

De  hecho  Estados  Unidos  ya  había  puestos  sus ojos en Chile desde hace tiempo, con Alessandri, luego financiando  la campaña  de  Frei  y  luego  en  las  elecciones de 1970, no pudiendo evitar que Allende  saliese  electo  Presidente  de  la  República  de  Chile.  En   cuanto  a  China,  Zhou  Enlai fue claro en su carta a Allende de que su poder económico era limitado y que  sus  prioridades  eran Vietnam e Indochina. Además advirtió que era peligroso apoyarse demasiado  en la ayuda externa, en los créditos de potencias extranjeras en lugar de desarrollar fuerzas económicas  propias  de la nación. Fue el caos político y una política económica desastrosa (ver link  de mi  artículo  sobre  la  economía de la Unidad Popular al final del artículo) la que precipitó el desastre. En suma, se ha exagerado y sobrestimado el “factor yanqui”, como si estos hubiesen planificado y dirigido a las FFAA chilenas.

Comencemos planteando algunos temas de interés

1-¿Acaso  Allende  no era un admirador de la experiencia cubana, vietnamita y las ideas de Ernesto Guevara? ¿Acaso no abrazó Allende  la  interpretación  de  la  historia  como  una  lucha  de  clases y el   establecimiento  de  una  dictadura  del  proletariado  para  luego  transitar  desde  una  dictadura  a   una  sociedad  sin  clases? Para la izquierda marxista - leninista la dictaduras no  son  malas  en  sí y por sí mismas, puesto que depende de quien esté a cargo de esta. Como señaló Frei Montalva:  “el   gobierno minoritario de Unidad Popular estaba resuelto a instaurar una dictadura totalitaria  y  estaba  dando los pasos para llegar a esa situación”.  El lenguaje empleado por Allende era propio del marxismo y el leninismo. Poco importa si su socialismo lo quería implantar por la violencia o por su particular “Vía chilena”. Esa ideología solo lleva hacia un destino: represión y muerte, y así lo demostró la historia. Tal ideología es ajena a conceptos como la tolerancia, el Estado de derecho, la libertad y la igualdad (que tanto pregonan). Durante la Guerra Fría ya no era un misterio en qué consistía en un régimen socialista, todo lo contrario todos estos ya compartían una serie de rasgos comunes. 

2-Allende  no  fue  el  “presidente  del  pueblo”,  ni  de  una  mayoría,  puesto  que  en  las   elecciones de 1970 obtuvo un apoyo del  36,2%. Como  explica  Edgardo  Boeninger,  el  proyecto  de  carácter refundacional  de Allende  no  contaba  con  un  respaldo  ciudadano  ni con respaldo parlamentario. Por lo demás, como Allende no obtuvo la victoria con mayoría absoluta,  tuvo  que ser ratificado por el Congreso Pleno el 24 de octubre. Allende obtuvo 153 votos mientras que Jorge  Alessandri obtuvo 35 votos. Alessandri había solicitado  al  Congreso  a  no  votar por él, para  que  Allende asumiera el mando en un clima de mayor confianza. Por ende, Allende no fue electo “democráticamente” por el pueblo, sino que  fue  electo  por  un  pequeño grupo de políticos entre los cuales se encontraban demócratas cristianos, votos fundamentales para que Allende accediera a la presidencia. (Allende no fue el primero por pasar por este procedimiento, pero sí el último)

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Lo novedoso nu haber sido electo por el Congreso pleno, sino que el clima de desconfianza de la oposición hacia la Unidad Popular. Allende tuvo que  comprometerse además a respetar las libertades cívicas en el Estatuto de Garantías suscrito con la Democracia Cristiana y que finalmente le valió la presidencia. Cabe añadir que en una entrevista con el pseudo-intelectual y guevarista  francés, Regis Debray, Allende declaró que la había firmado como una necesidad “táctica” para ganar tiempo. Allende señala que no fue una negociación, puesto que no había cedido ninguna palabra del programa  de gobierno. En palabras de Allende a Debray:

“Ubícate en el período en que se produjo (el Estatuto de Garantías Constitucionales)  y lo medirás como una necesidad táctica”.

Pero en el momento de la firma del Estatuto de Garantías Constitucionales, Allende señaló explícitamente  que tales  disposiciones  debían entenderse no sólo como principios consagrados  en  la Carta  Fundamental, sino que  como “la regla general de  un compromiso ante nuestra conciencia y ante la historia”. La oposición no confiaba a los grupos y partidos que rodeaban a Allende y habían razones sobradas para ello puesto que se sabía bien cuales eran las ideas del PS, PC, el MAPU o la IC.

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El programa  de  Allende,  al  menos en lo que respecta a la sustitución del capitalismo, como explica Boeninger,   era  compatible  con  el  del  candidato DC  Tomic, pero   su   concepción  de la “buena sociedad” futura eran fuertemente divergentes. A este escaso apoyo que tenía Allende hay que  añadir otros  aspectos.  Boeninger  explica  que  desde  un  comienzo  Allende  estuvo  impedido  de  ejercer de modo efectivo  las prerrogativas presidenciales propias del régimen consagrado en la Constitución. Boeninger se refiere al Pacto de la Unidad Popular suscrito en 1969. En uno de sus puntos podemos leer lo siguiente:

[1] Ascanio Cavallo y Margarita Serrano. El poder de la paradoja. 14 lecciones políticas de la vida de Patricio Aylwin.