7/8- Tribalismo, victimización y emocionalidad tóxica: identity politics, interseccionalidad y apropiación cultural (por Jan Doxrud)

7) Tribalismo, victimización y emocionalidad tóxica: identity politics, interseccionalidad y apropiación cultural (por Jan Doxrud)

Por una dialéctica perversa, se refuerzan los prejuicios que se pretendían extirpar: ya no se puede seguir considerando al otro como a un igual, sino como a un inferior, un oprimido perpetuo cuyas adversidades pasadas nos interesan más que sus méritos actuales”.

(Pascal Bruckner. La tiranía de la penitencia. Ensayo sobre el masoquismo occidental)

 

Ahora pasemos a abordar el concepto de “identity politics” .Una definición la ofrece el Merriam-Webster que señala que consiste en una forma de hacer política o una manera emancipatoria de acción política en donde grupos de personas que tiene una identidad ya sea  racial, sexual, cultural, religiosa o étnica en común, promueven sus intereses y preocupaciones específicas, sin tener en cuenta otras reivindicaciones de otros grupos políticos más amplios. La Stanford Encyclopedia of Philosophy señala que el concepto de “Identity Politics”:

“(…) ha llegado a significar una amplia gama de actividades políticas y teorías fundadas en las experiencias compartidas de injusticia de los miembros de ciertos grupos sociales. En lugar de organizarse únicamente en torno a sistemas de creencias, manifiestos programáticos o afiliación partidista, las formaciones políticas de identidad generalmente apuntan a garantizar la libertad política de una circunscripción específica marginada dentro de su contexto más amplio. Los miembros de esa circunscripción afirman o reclaman formas de comprender su carácter distintivo que desafía las caracterizaciones opresivas dominantes, con el objetivo de una mayor autodeterminación”.

Por su parte, el ensayista  Jordi Juaristi entiende por “política de identidades” la reivindicación del poder basada en una identidad concreta. Pero, de acuerdo a esta definición, la “identity politics” sería milenaria por lo cual Juaristi introduce una precisión, distinguiendo entre esta forma antigua de política de identidad y una actual . En el primer caso cita los nacionalismos europeos del siglo XIX en donde las identidades estaban vinculadas a cierta noción de Estado, a ideas acerca de cómo organizar la sociedad o a algún proyecto futuro. 

En cambio, la  nueva política de identidades ( que no es privativa de una ideología en especial aunque suele achacársela a la izquierda) poseen una visión nostálgica e idealizada del pasado que vendrían a reavivar antiguos odios que estuvieron bajo control durante el colonialismo europeo y la Guerra Fría. Esto último podría, quizás, verse reflejado en caso de reivindicaciones indigenistas que, al menos en el discurso, parecen querer buscar y retornar a una suerte de identidad primigenia perdida a lo largo de siglo de colonización europea. Esta visión estereotipada, romántica y reduccionista se ve, por lo demás, reforzada por grupos no pertenecientes a estas comunidades quienes refuerzan el antiguo estereotipo del buen salvaje presente en Cristóbal Colón, Alonso de Ercillas, Bartolomé de las Casas y Rousseau. Es lo que  Martha Nussbaum denomina como “romanticismo descriptivo ” en virtud del cual se percibe a la otra cultura como exótica y radicalmente distinta a la nuestra transformándola en un “otro” místico casi impenetrable. 

Fuente: WSJ

Fuente: WSJ

Así, en el caso de ciertas identidades de pueblos originarios tiende a surgir un discurso que apunta rescatar una identidad pre-colonial perdida en el pasado completamente impoluta de toda influencia occidental. Este tipo de discurso caer también en la falacia de la “Edad de oro”, el “buen salvaje” y la concepción de identidad y cultura como si fuesen algo estático y esencialista, negando tanto  las fronteras porosas de las culturas y el fenómeno del sincretismo.

Pero la “identity politics” va más allá de estas reivindicaciones para añadir otras anteriormente inexistentes en el discurso como es el caso de las lesbianas, transexuales, género neutro, género fluido transespecies. Es por ello que Juaristi afirma que este tipo de “identity politics” es excluyente y tiende a la fragmentación. Tenemos entonces que la “identity politics” es un fenómeno reciente, por lo que hay que resguardarse de caer enanacronismos. Como explica Camille Paglia, la “identity politics” surgió segunda mitad del siglo XX, específicamente a lo largo de la década de 1960 y 1970.

Paglia señala que fue nefasto que en 1970 la “identity politics” se institucionalizara en las universidades y se burocratizara y se valieran de esta burocracia para alcanzar sus objetivos políticos. La consecuencia de todo esto, añade la autora, es la monomanía, que se traducido en que personas han sido entrenadas para filtrar la realidad no a través de la óptica de la lucha de clases, sino que a través del lente de la lucha de razas o género. A esto hay que añadir la influencia de pensadores europeos como Simon de Beauvoir, Jacques Lacan, Jacques Derrida (y la deconstrucción), Michel Foucault, Herbert Marcuse, Luce Irigaray y Julia Kristeva entre otros. 

Otras críticas al “Identity Politics”, como podemos leer en la Stanford Encyclopedia of Philosophy, apuntan a que se esta se fundamenta en una visión equivocada del sujeto, en el sentido de que asume una “metafísica de la sustancia”, vale decir, que existe un sujeto sólido y anterior a cualquier forma de injusticia social. Así, esta postura vendría a rechazar la existencia de esta entidad ontolótica sólida que toma la forma de un sujeto o un yo. Así, una perspectiva alternativa por ejemplo, la de los postestructuralistas, es que tal sujeto es, en sí mismo, un producto del discurso. Así, “reclamar una identidad como la propia simplemente refuerza su dependencia de este Otro dominante, e internaliza y refuerza aún más una jerarquía opresiva. Otro punto en contra de la “Identity Politics” es lo que la académica de la Universidad de Berkely, Wendy Brown, denomina como resentimiento o la venganza moralizante de los impotentes. En palabras de Brown:

“La identidad politizada se enuncia así misma, se reclama por sí misma, solo atrincherando, reafirmando, dramatizando e inscribiendo su dolor en la política; no puede contener ningún futuro, para sí mismo o para otros, que triunfe sobre este dolor”.

En suma, las críticas al “Identity Politics” apuntan, en primer lugar, a su carácter exclusivista y excluyente, que se traduce en falacias como que sólo quien a experimentado una particular discriminación u opresión, puede entender tal fenómeno y no así otra persona. Como señalan en un artículo Gurdminder K. Bhambra, académica en la Universidad de Sussex y Victoria Margree, de la Universidad de Brighton (en donde abordan las ideas de Wendy Brown):

“Podría decirse que una consecuencia de estas tendencias separatistas es que perpetúan la falacia individualista de que las relaciones sociales opresivas pueden ser reformadas por sujetos particulares sin el acuerdo más amplio de otros que, en conjunto, constituyen las relaciones sociales dentro de las cuales están arraigadas las injusticias”.

En segundo lugar tenemos la crítica de que la "Identity Politics" reifica o cosifica las identidades politizadas que se ven sujetas y sometidas a los conceptos de exclusión, marginalización y opresión, de manera que, por ejemplo, estos 3 conceptos mencionados (y otros), como señalaría Brown, se vuelven "perversamente" valorizados en la continuidad de esa identidad.

Haidt y Lukianoff también se refieren a esta manera de filtrar la realidad social haciendo referencia al  concepto de interseccionalidad, concepto acuñado y desarrollado en 1989 por  Kimberlé Williams Crenshaw en un paper publicado en la Universidad de Chicago Legal Forum (“Interseccionalidad, políticas identitarias, y violencia contra las mujeres de color”).

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La interseccionaldiad vino a enriquecer el reduccionismo clasista en el que incurría el marxismo-leninismo, puesto que resalta la idea de que el ser humano no posee “una” identidad a la cual debe adscribirse”. Es por ello que el sujeto se constituye en un punto de intersección en donde confluyen distintas identidades. El  Oxford Dictionary explica que el concepto de interseccionalidad venía a evidenciar  la naturaleza interconectada de las categorizaciones sociales como la raza, la clase y el género, las cuales se traducen en la creación de sistemas de discriminación o desventaja superpuestos e interdependientes. 

El  Merriam - Webster se refiere a la interseccionalidad como  una forma compleja y acumulativa en donde los efectos de múltiples formas de discriminación, como puede ser el racismo, el sexismo y el clasismo, pueden combinarse, superponerse o cruzarse, especialmente en las experiencias de individuos o grupos marginados. Por ejemplo tenemos a una “mujer”, pero podríamos preguntarnos cuales serían las potenciales conjuraciones de experiencias subjetivas de esa mujer (y como son percibidas) si tuviésemos en cuenta otras categorías tales como: afroamericana, pobre, transgénero, separada, inmigrante, soltera, madre, etc. En suma, como escribió el filósofo   Kwame A. Appiah, lo que Crenshaw se propuso fue

“(…) reflexionar sobre las formas en que nuestras muchas identidades interactúan entre sí para producir unos efectos que no son meramente la suma de cada una de ellas. Ser lesbiana y negra no es una mera combinación de las normas de identificación afroamericana, femenina y homosexual (…) Las reacciones sociales negativas que afectan a las lesbianas negras tampoco son una simple combinación de las reacciones racistas y homófonas que afectan también a los hombres homosexuales negros y de las reacciones sexistas que afectan a las mujeres blancas de clase media”.

Ejemplos que da el mismo autor es que el racismo puede tener como consecuencia el que los hombres blanco teman a los hombres negros y abusen de las mujeres negras. Así, en Sudáfrica puede llevar a que los homofóbicos asesinen a los homosexuales negros hombres, pero violen a las mujeres lesbianas negras . Así, no existiría una “feminidad” sino que “feminidades” dependiendo del sujeto que estemos hablando. Los mismo sucedería para el caso de querer expresar las experiencias del “hombre homosexual”, puesto que dependerá de si ese hombre es rico, pobre, clase media, con estudios, etnia y país en el que residen (la experiencia de ser gay en Estados Unidos y en Teherán serían radicalmente diferentes). 

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Tenemos entonces que la interseccionalidad es un marco útil para comprender las distintas sociedades y evita en caigamos en reduccionismos, esencialismos identitarios y reduccionismos. También es útil para estudiar las percepciones que existen sobre estas identidades que se entremezclan y cómo estas afectan a las personas en su vida diaria. ¿Cuál es, entonces, el problema con este concepto?  Quizás tenga que ver con el “cómo” se interpreta este enfoque. Puede resultar perjudicial que la interseccionaldiad se combine con las 3 falacias y las distorsiones cognitivas mencionadas anteriormente. Para dar un ejemplo simple. Yo puedo afirmar que existen muchas etnias con distintas costumbres y tradiciones a lo largo del mundo, lo cual es una afirmación irrefutable. Pero ciertamente sería erróneo declarar que la historia de la humanidad se ha caracterizado por la lucha entre etnias por sus diferencias irreconciliables, principalmente del hombre blanco hacia el negro. Pero también tenemos casos de violencia xenófoba, como las que han acontecido hace semanas en África en donde habitantes nigerianos han sido atacados violentamente y sus negocios destruidos. Esto rompe ese molde duro que nos dice que la violencia y el racismo es patrimonio del “hombre blanco” hacia sujetos como podría pensar alguien de manera bastante reduccionista.

Hoy en día se habla bastante sobre la “violencia de género” que ya es sinónimo de violencia del hombre hacia la mujer, pero se habla menos de la violencia que existe entre parejas homosexuales hombres, entre lesbianas o relaciones entre parejas transexuales, o transexuales con homosexuales. Pareciera que la violencia sólo sería patrimonio de: 1) Relaciones heterosexuales y 2) Del hombre hacia la mujer. Igualmente han emergido algunos estudios interesantes sobre la violencia entre parejas homosexuales, pero poco se habla de esto en lo medios.

Arriba se encuentra el sector privilegiado y abajo los no privilegiados y oprimidos. Si se está arriba y en los extremos de la linea es que usted goza del máximo privilegio.

Arriba se encuentra el sector privilegiado y abajo los no privilegiados y oprimidos. Si se está arriba y en los extremos de la linea es que usted goza del máximo privilegio.

Tenemos entonces que, en primer lugar, se construyó un nuevo filtro que ha caído también en reduccionismos, estereotipaciones arbitrarias, una obsesión por las jerarquías “morales”, por el poder, la dominación, la opresión, apropiaciones culturales y las relaciones asimétricas de poder (como si fuese en sí algo negativo) y por la existencia de privilegios inmerecidos. La antigua lucha de clases se complejiza a favor de la lucha entre privilegiados y no privilegiados. Los privilegiados (“ellos”) son los hombres, blancos, de origen europeo, heterosexuales, cisgénero, clase acomodada, sano, con una educación elitista, anglófono, fértil, etc. En realidad la lista es más larga como pueden verlo en el diagrama.  Este diagrama se va transformando en las nuevas lentes a través de las cuales universitarios y jóvenes comienzan a percibir rígidamente la sociedad. Como señalan Haidt y Lukianoff: 

“Hacia el final de su primera semana en el campus, los universitarios han aprendido a marcar los niveles de privilegio propios y ajenos, a identificar más grupos de identidad diferente y a percibir más diferencias entre la gente. Han aprendido a interpretar más palabras y comportamientos sociales como actos de agresión. Han aprendido a asociar la agresión, la dominación y la opresión con los grupos privilegiados. Han aprendido a enfocarse sólo en el impacto percibido y a ignorar la intención”

Las identidades han vuelto a petrificarse y a forzar al individuo no solo a pertenecer a esta, sino que también lo obligan a pensar, actuar, sentir y reaccionar de acuerdo a estas . Es por ello que cuando el individuo se niega a someterse a la dictadura de la identidad es tachado de “Uncle Sam”, “traidor de raza”, “desclasado” o “facho pobre”. Tenemos el caso de las “apropiaciones culturales”, esto es, cuando usted se “apropia” de algún elemento de una cultura a la cual usted no pertenece (y sin intención de ridiculizarla). 

Al parecer esta idea fue desarrollada por George Lipsitz,académico e investigador del Department of Black Studies de la Universidad de California, Santa Barbara. La apropiación cultural se refiere a cuando una cultura, considerada como mayoritaria, se apropia elementos de una cultura considerada como minoritaria. La falacia detrás de este razonamiento es el esencialismo (y una vuelta al tribalismo segregacionista) que se esconde detrás del concepto de cultura, es decir, el concebir este concepto como algo estático o casi fosilizado en el tiempo, como si tuviese unos límites rígidos e impermeables. No se me ocurriría pensar en algún europeo acusando a un japonés, chino o pakistaní de “apropiación cultural” por utilizar chaqueta y corbata para ir a trabajar. Pero claro, al igual que el racismo, la acusación de “apropiación cultural” siempre provienen de las denominadas “minorías”. En otras palabras, la “apropiación cultural” otorga prioridad y relevancia aquellas culturas consideradas como minoritarias y oprimidas. 

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Un caso reciente  (2019) fue la carta de queja de  Alejandra Frausto, Ministra de Cultura de México, hacia la diseñadora Carolina Herrera debido a algunas prendas de la colección Resort 2020, que utilizaban elementos típicos de algunos pueblos. Si bien existe una protección de Derechos de Autor en la Declaración de los Pueblos Indígenas de la ONU (2007), resulta complejo trazar la frontera, como destaca la abogada Naomi Roht-Arriaza, entre lo que es una apropiación indebida y el homenaje e inspiración . La cantante Rosalía también fue criticada por parte de gitanos y las nuevas barbies de “Día de los Muertos” también abrió el debate acerca de si estamos ante una “apropiación cultural” o un tributo. Más allá de este caso puntual, uno podría preguntarse y cuestionar este privilegio del que gozan comunidades indígenas los cuales parecen tener un monopolio sobre símbolos, prácticas y tradiciones.  Como bien señala Kwame A. Appiah lo que nos debe preocupar no es la apropiación sino que la ofensa a una cultura particular. Añade el mismo autor: 

“Quienes analizan estas transgresiones en términos de propiedad están aceptando un sistema comercial ajeno a las tradiciones que creen proteger, han permitido que un régimen de propiedad moderno se apropie de ellos”

Pero ¿acaso los mismos grupos que reclaman esto , a su vez, ¿no deben su cultura a otras culturas que le precedieron? Bajo esta lógica de “derechos de autor” prácticamente nadie podría utilizar nada porque alguien más lo inventó. ¿Sería apropiación cultural hacerme un tatuaje maorí o hacerme dreadlocks en el pelo? Pero si llevamos el argumento de la “apropiación cultural” a los extremos, entonces ya no solo no podríamos vestir utilizando elementos de otras culturas, sino que no podríamos siquiera hablar o escribir sobre otras culturas. En el ámbito musical tendríamos que jazz, blues, folk, country y la música clásica solo podrían ser interpretada por personas específicas pertenecientes a la cultura en cuestión. Para que hablar de los instrumentos musicales, ¿acaso tendríamos que prohibir o sentirnos ofendidos de que personas que no pertenezcan a la cultura estadounidenses utilicen inventos de ellos, como por ejemplo, la guitarra eléctrica? ¿Podría un sudamericano tocar una sítara o un pakistaní hacer música con una zampoña? 

 Algunas lecturas:

Gurdminder K. Bhambra y Victoria Margree. Identity Politics and the Need for a ‘Tomorrow (http://eprints.brighton.ac.uk/12679/1/Identity_politics.pdf)

Teun van Dijk. El discurso como interacción social.

Teun van Dijk. Ideología.

Giovanni Sartori. La sociedad multiétnica.

Peter L. Berger y thomas Luckmann. La construcción social de la realidad

Samuel Huntington. ¿Quiénes somos? Los desafíos de la identidad nacional estadounidense

Jaime Fierro. La ciudadanía y sus límites.

Charles Taylor. Fuentes del Yo.

Michael Walzer. Pensar políticamente.

 Francois Dubet. De la sociología de la identidad a la sociología del sujeto

 Judith Butler. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad.

 Zygmunt Bauman. La Modernidad Líquida.

 Francois Dosse. Histora del Estructuralismo (2 tomos)

 Victoria Camps. Elogio de la duda.

 Victoria Camps. El gobierno de las emociones.

 Pascal Bruckner. La tiranía de la penitencia. Ensayo sobre el masoquismo occidental.

 Francis Fukuyama. Confianza. Las virtudes sociales y la capacidad de generar prosperidad.

 George Lukianoff y Jonathan Haidt. Malcriando a los jóvenes estadounidenses. Cómo las buenas intenciones y las malas ideas están preparando a una generación para el fracaso.