8/8- Profetas del pesimismo. Los Ecologistas (por Jan Doxrud)

8) Profetas del pesimismo. Los Ecologistas (por Jan Doxrud)

Puede ser bastante fácil sugerir dejar los combustibles fósiles desde la comodidad de un país desarrollado e incluso darse el lujo de hacer una huelga para no ir al colegio, mientras que en países africanos los padres y madres deben escoger cual de sus hijos tendrá el privilegio de ir a la escuela. Debemos preguntarnos si acaso se está siendo justo y empático recomendar a los países aún pobres que no utilicen combustibles fósiles por el bien de planeta. ¿Tenemos derecho si quiera a sugerirles que no pueden seguir el camino al desarrollo tal como lo hicieron los países considerados como modernos y desarrollados? El impacto cero no existe e incluso las llamadas tecnologías verdes y energías alternativas dependen de los combustibles fósiles ( y de mano de obra esclava  como es el caso de las tierras raras)

Como explica el periodista Guillaume Pitron en su libro “La guerra de los metales raros”, si bien los paneles solares generan energía sin emitir CO2 y los vehículos eléctricos no contaminan el entorno, tenemos que, por otro lado, las materias necesarias para su producción afectan negativamente el medio ambiente de los lugares en los que se extraen. Así, Pitron afirma que las energías “limpias” necesitan recurrir a los denominados “tierras raras”, cuya explotación es todo menos limpias. También está el caso de Rubaya (República Democrática del Congo) la mayor mina de coltán donde las condiciones de trabajo son deplorables.

Tal como señala Steven Pinker, el ser humano nunca ha vivido en armonía con el entorno y, por el contrario, ha tenido que saber adaptarse mediante el ensayo y error, así como también por medio del desarrollo tecnológico. La caza, el uso del fuego y, sobre todo, el desarrollo de la agricultura tuvieron un potente impacto en la naturaleza, de manera que la agricultura “natural” es una mera ficción romántica. 

Este tipo de actos hay que sancionarlos, aunque es extremadamente complejo debido a que los países apelan a su soberanía para escudarse de cualquier crítica e intento de sancionar tales actos. Si no hay un verdadero compromiso de los Estados en sancionar estas prácticas, muy poco se puede avanzar. Así, no es sencillo decretar e imponer top-down una cosmovisión particular sobre todos los habitantes del planeta y menos aún negarle a otros países poder modernizarse tal como lo hicieron los países que hoy son considerados como desarrollados. Cada país tiene sus propios desafíos y problemas, y por lo tanto, no pueden forzar a que los países encajen todos en un mismo molde (siendo el molde las políticas medioambientales).

El punto central del libro de Epstein es que, en primer lugar, adoptar una ética humanista no implica destruir irresponsablemente el medio ambiente y, en segundo lugar, no existen alternativas ni sustitutos para los combustibles fósiles puestos que estos constituyen energía fiable, barata y abundante. Sumado a esto no hay que ser pesimista ni catastrofista respecto al futuro, puesto que el ser humano no se dirigirá voluntariamente (y sabiéndolo) hacia su propia destrucción. También hay que deshacerse de la idea romántica de que la naturaleza impoluta es el idealque debemos alcanzar.

Si usted quiere retroceder en el tiempo y vivir como lo hacían nuestros lejanos antepasados, es su decisión, pero no puede obligar a todos los habitantes del planeta a adoptar un modo de vida inviable (salvo si quiere que su esperanza de vida se reduzca al igual que su estándar de vida). Se hace necesario eliminar los prejuicios y sesgos existentes en relación con los combustibles fósiles. Estos hidrocarburos utilizados como medio para modificar el medio ambiente y como medio de adaptación a este mismo, no son en sí mismas perjudiciales. 

Como señala Sabino, no hay que confundir medios y fines y atribuir a ciertos medios técnicos una intencionalidad que en realidad no tienen. Por otro lado, hay que abandonar ese idealismo absurdo de considerar que la tierra era un lugar mejor antes de la Revolución Industrial…al menos no lo fue para el ser humano y, menos aún, lo sería para aquellos que despotrican contra la tecnología y la civilización haciendo uso justamente de esas tecnologías. Como bien explica Epstein:

“Quienes creen en la idea del no impacto humano suelen conferir a la naturaleza una condición casi divina, como si fuera una entidad que sólo nos alimenta su vivimos en armonía con el resto de las especies y no pedimos demasiado para nosotros mismos (…) Pero la naturaleza nos ofrece muy pocos recursos energéticos que las máquinas puedan usar directamente. Los recursos no se extraen de la naturaleza, sino que se crean a partir de ella (…)”.

En otro pasaje apunta lo siguiente:

“El hombre no está hecho para vivir con comodidad en ningún clima, en el sentido de que n hay ninguno que le garantice una buena calidad de vida. La naturaleza no quiere que tengamos una esperanza de vida superior a los setenta y cinco años o una tasa de mortalidad infantil inferior al 1 por ciento. La naturaleza (…) no se toma la molestia de cuida de los seres humanos, y nos ataca con su fuentes de agua llenas de bacterias, sus temperaturas extremas, carencia o exceso de precipitaciones, potentes tormentas, procesos de putrefacción, plagas de insectos y otros portadores de enfermedades y una gran variedad de depredadores. Hoy en día consideramos que morir antes de los treinta años es una tragedia; en épocas mas “naturales”, era lo habitual”.

Pero estos argumentos no convencen a los más extremistas que incluso han recibido el nombre de “ecoterroristas” o, más efemísticamente, “ecosaboteadores”. Tenemos el ejemplo de los “Individualistas Tendiendo a lo Salvaje” surgido en México en el año 2011. En este país profesores de nanotecnología y ciencias afines, han sido víctima de este grupo. Sumado a esto, este grupo terrorista venera lo que llaman “lo salvaje” que opera como una fuerza propia de una naturaleza “sabia”, que juzga a los seres humanos. En suma, es una secta de fanáticos que sacraliza una naturaleza, lo natural y lo salvaje, los cuales se transforman en el ideal en nombre del cual cualquiera puede ser asesinado.

Otro caso emblemático es el de Theodore J. Kaczynski, conocido como el “ Unabomber ” (University and Airline Bomber) quien se dedicó a enviar cartas bombas para hacer notar sus ideales. El manifiesto de Kaczynski, “La sociedad industrial y su futuro” (1995) está en la web y en ella realiza una revisión de las nefastas consecuencias que trajo consigo la revolución industrial y el desarrollo tecnológico. Pronosticaba que estos avances nos llevaría un colapso social, sufrimiento psicológico y físico en los países avanzados. En cuanto a las acciones a tomar el Unabomber señala:

“Por eso nosotros abogamos por una revolución contra el sistema industrial. Esta revolución puede o no usar la violencia: puede ser súbita o puede ser un proceso relativamente gradual abarcando pocas décadas. No podemos predecir nada de eso. Pero sí delineamos de una forma general las medidas que aquellos que odian el sistema industrial deberían tomar para preparar el camino para una revolución contra esta forma de sociedad. No debe ser una revolución POLÍTICA. Su objeto no será derribar gobiernos, sino las bases económicas y tecnológicas de la sociedad actual”. 

Kaczynski

Para ir finalizando, no fue aquí mi intención de trazar una historia del pesimismo ni abordarlo desde una óptica psicológica. Tampoco abordé los otros numerosos ámbitos donde prevalece el pesimismo como es el caso de la inteligencia artificial o la clonación. En esta serie de artículos, sólo he querido dejar destacar, en primer lugar, que el pesimismo es una constante en la historia humana y que se manifiesta en diversos ámbitos: desde el pesimismo racial de Gobineau hasta el ecopesimismo actual. En segundo lugar, no se condena aquí el pesimismo, siempre y cuando este justificado y no solo sea un reflejo una mente que proyecta su propia negatividad y ansiedad. Lo mismo vale para ese optimismo ingenuo que, más bien, es una pose que responde a ese imperativo que nos dice “se positivo a cualquier costo”. Como afirmó David Deutsch en “El comienzo del infinito”:

“Lo más importante de todas las limitaciones sobre la generación de conocimiento es nuestra incapacidad de profetizar: no podemos predecir el contenido de las ideas aún no creadas ni tampoco sus efectos. Esta limitación no sólo es compatible con el crecimiento ilimitado del conocimiento, sino que es consecuencia de este”.

Lecturas complementarias:

(1) Occidente: autoflagelo y el monopolio de la culpa (por Jan Doxrud) 

(2) Occidente: Autoflagelo y el monopolio de la culpa (por Jan Doxrud) 

I) La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)

(II) La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)

(III) La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)

(IV) La influencia del Romanticismo alemán en el pensamiento occidental (por Jan Doxrud)

Los grandes relatos y la idea de las edades en la historia (por Jan Doxrud)

Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (1) (por Jan Doxrud)

Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (2) (por Jan Doxrud)

Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (3) (por Jan Doxrud)

Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (4) Goethe, Fausto y Mefistófeles: Destruir para crear (por Jan Doxrud)

Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (5) Marx y Baudelaire (por Jan Doxrud)

Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (6) Max Horkheimer y la razón instrumental (por Jan Doxrud)

Entendiendo el Discurso Filosófico de la Modernidad (7) Herbert Marcuse: Más allá de Marx, civilización y represión (por Jan Doxrud)

Introducción a la Posmodernidad (1) (por Jan Doxrud)

Introducción a la Posmodernidad (2): Jean-Francois Lyotard y el fin de los grandes relatos (por Jan Doxrud)

Breve reflexión en torno al concepto de “racionalidad” (por Jan Doxrud)

Reseña, Encíclica "Laudatio si’: El Papa Francisco y la Ecología (por Jan Doxrud)