7/9-Hablemos de educación (por Jan Doxrud)

 La pedagogía del niño en el centro es la pedagogía del narcisismo, lo contrario de lo que sucede en las cultura tradicionales en las que el niño aprende a obedecer y a ayudar a la colectividad. La cultura del facilismo desanima a los jóvenes dispuestos a hacer un esfuerzo. Hay una falta de equilibrio entre los derechos y las responsabilidades. 

Inger Enkist, Repensar la educación

7) Hablemos de educación (por Jan Doxrud)

Un tema de importancia medular guarda relación con la formación de los profesores. No es ningún misterio que existen buenos y malos profesores (por diversas razones) e incluso existen algunos que ni siquera deberían estar enseñando. Así, conviene no idealizar y romantizar este trabajo. Ahora bien, cuando hablo de formación me refiero a un aspecto específico y es la formación intelectual del profesor y los conocimientos (actualizados) de su disciplina. Es importante que los profesores no se limiten solamente a saber de manera superficial los contenidos que demanda el currículum nacional.  

Hannah Arendt  en su escrito “Entre el pasado y el futuro” (1954) ya advertía  que en los últimos decenios se había generado un descuido de la preparación de los profesores en sus asignaturas específicas en los institutos secundarios públicos, fenómeno que, lamentablemente, no cesó al entrar en el siglo XXI. A esto añadía la progresiva sustitución del “aprender” por el “hacer” y el “trabajo” (y esfuerzo) por el “juego”.

El profesor tiene que ir más allá, debe ser un eterno estudiante, debe estar constantemente formándose, leyendo, ser un bibliógrafo y estar al tanto de las últimas publicaciones respecto a diversos temas de su disciplina.  En pocas palabras, profesor debe saber moverse como pez en el agua en lo que respecta a la bibliografía disponible sobre diversos temas. Esto  también sucede en el ámbito pedagógico, es decir, los pedagogos no tienen, en la actualidad,  como referencia los textos pedagógicos del siglo XIX o las ideas de Burrhus F. Skinner . Todo lo contrario, estos pedagogos estarán preocupados de estar lo más actualizados en este ámbito. 

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Bueno… lo mismo tiene que suceder con las disciplinas que imparten los profesores: deben estar actualizados. Junto a esto, un tema muy relevante es que el profesor sea un eterno estudiante y aprendiz y, para ello, requiere que sea una persona curiosa. Como bien señala Francisco Esteban Bara, es importante volver a ese “saber por saber”, a ese saber “gratuito” que no se encuentra únicamente subordinado (y limitado) a los programas de estudios, que  solo constituye un saber mínimo e insuficiente. Si bien el libro de Bara se refiere al ámbito universitario, sus palabras también son aplicables a los colegios:

“La curiosidad interesada es útil, desde luego que sí, pero también es demasiado simple para una actividad de tanta envergadura como es la universitaria. A esa curiosidad le sobra espacio en la idea de universidad, y por beneficiosa y popular que parezca, quién sabe si también se queda pequeña para la vida real”.

Es importante fomentar la formación de lo que Bara denomina como   “comunidades de buscadores de conocimientos”,  de docentes comprometidos tanto con la pedagogía, con el “cómo” enseñar, pero también con el “qué” enseñamos. Como dice el proverbio: no podemos desvestir a un Santo para vestir a otro. Como explica el mismo autor, el profesor debe enseñar a los estudiantes a mirar y analizar el mundo a través de las gafas propias de su disciplina. 

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En otras palabras, debe enseñar a ver el mundo desde la óptica del historiador o del científico, con todo el aparataje metodológico de estas disciplinas. El estudiante debe aprender a abordar la realidad de tal forma que marque una diferencia con aquella que no ha sido educada y formada, ya sea porque no tuvo acceso a esta o porque fue víctima de profesores intelectualmente mediocres. 

En suma, y, tal como afirma Bara, la especialización, el dominio y el conocimiento profundo es condición imprescindible para ser profesor aunque, claro está, esto irá de la mano con un conocimiento superficial de otros temas. Pero aún así puedo añadir que ese conocimiento “superficial” es igualmente relevante, es decir, no es una forma de conocimiento similar al del lego o la persona de la calle que no se informa. El conocimiento “superficial” del profesor es igualmente profundo solo que, quizás, no tanto como aquella área en la que es un especialista. 

Pero esto parece no interesar en la práctica (aunque sí a nivel discursivo) en los establecimientos escolares o universitarios. Pero lo que sí preocupa  es que los profesores estén formados en las últimas tendencias metodológicas (el “cómo” enseñar) . Basta ver los cursos que se ofrecen para percatarse que todos tratan de metodologías. Así, el profesor necesitará capacitarse solo en ese ámbito.

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El problema es que los cursos y capacitaciones no acaban nunca y se transforman en una carga indigerible (junto a esto, tenemos la manía por innovar y creer que se está – dia a dia –  inventando la rueda). Como afirma Inger Enkvist en “Repensar la educación”:

“La pedagogía y la formación de profesores se han convertido en una gigantesca industria que mueve sumas ingentes: institutos de formación docente, cursillos de capacitación, consultores, jornadas de actualización, proyectos y publicaciones todo el tiempo

Al parecer en nuestros días  se “asume” que el profesor es siempre un “experto” en su materia (se da por hecho), de manera que lo “único” que necesita es una formación metodológica. En opinión de Enkvist son pocos los profesores que preparan sus clases leyendo estudios de especialista con el objetivo de transmitir la versión más exacta posible sobre el tema. Junto a esto la autora escribe que tales profesores no han practicado “demasiado” la escritura y, no bastando esto, añade que esos mismos profesores en formación se quejan de que sus maestros les enseñan más conocimientos de lo que sus alumnos le van a pedir. 

Por su parte,  Liliane Lurçat  afirma que después de 25 años de poner el énfasis en los métodos, los futuros profesores no solamente carecen de competencias en su disciplina, sino que además no tienen interés por aprender. Estos futuros profesores sólo se interesan por estudiar el “instrumento”, es decir, la pedagogía, purgado de cualquier contenido. Por su parte Marc Le Bris, en una entrevista publicada por Infobae[1]también critica la nueva ideología que ha permeado la pedagogía con nefastos resultados:

“En lo pedagógico el resultado fue la supremacía de la metodología sobre los contenidos. Se impuso una metodología obligatoria cuyo nombre es constructivismo  y según la cual el niño construye por sí mismo sus saberes”.

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Es por ello que en la introducción de su libro del año 2004 escribió:

“Escribo este libro para alarmar a los padres, para que hagan el trabajo de la escuela en la casa. La pedagogía moderna no sirve más que para justificar el abandono de las ambiciones que teníamos para nuestros niños. Tenemos delante nuestro una verdadera catástrofe cultural".

Como comenta Enkvist, para Le Bris la nueva pedagogía está  transformando a los niños en autodidactas, “con toda la inseguridad que comporta esa situación”.  Más contradictorio  resulta ser para el autor que la nueva pedagogía exija a los docentes realizar evaluaciones pero, a su vez, les dicen que no enseñen. 

Inger Enkvist cita el caso de la profesora francesa de arte Tschirhart Évelyne quien trabajó 2 años en China nada más y nada menso que durante la caótica  “Revolución Cultural” (1966-1976) de Mao. En opinión de Évelyne, lo que ve en Francia en el siglo XXI se asemeja a lo que presenció durante la Revolución Cultural,  esto es, el desprecio por los conocimientos, el rechazo a recompensar los esfuerzos intelectuales y la exigencia de que los profesores escuchen a los alumnos y no al revés. Falta de exigencia y falta de esfuerzo. Como señala Enkvist, los estudiantes no quieren pensar porque pensar es fatigosos lo que los convierte en personas conformistas que solo repiten lo que han escuchado de otros. 

Así, estamos ante estudiantes inseguros que no son capaces de recurrir a recursos intelectuales propios, desde su interior, porque ni siquiera son capaces de crear sus propios espacios para poder reflexionar. Como advirtió Hannah Arendt, no resulta ser algo positivo el dejar a los niños “emanciparse” de la autoridad de los adultos puesto que igualmente quedarán a merced de una autoridad más aterradora y tiránica: la de las mayorías. Lo que Arendt quiere dar a entender que el niño (futuro adolescente y adulto) quedará a merced de la tiranía de su propio grupo y no se atreverá a rebelarse ante la superioridad numérica

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Sumado a lo anterior, tenemos que muchos estudiantes ni siquiera quieren trabajar en clases, no quieren esforzarse ni física ni menos mentalmente, por lo que reclaman por tener que hacer ejercicios pero, paradójicamente, también afirman que estos son muy difíciles y, en caso de no reclamar, sus respuestas y resultados son bastante mediocres.

Sucede que  no podemos dar “por hecho” la expertise del profesor…no tiene por qué ser así.  Puede darse el caso contrario,  esto es, el de un profesor bastante versado en las distintas metodologías de enseñanza que ofrece el mercado pedagógico, pero que sus conocimientos sobre el tema a enseñar son superficiales y mediocres.  En resumen, tenemos  4 combinaciones y, como señalé anteriormente, actualmente suele asumirse com correcta la suposición (3)

1) El profesor domina sus contenidos y las diversas metodologías de enseñanza

2) El profesor no domina sus contenidos ni las diversas metodologías de enseñanza

3) El profesor domina sus contenidos y pero no las diversas metodologías de enseñanza

4) El profesor no domina sus contenidos y si somina diversas metodologías de enseñanza.

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3/3-Pensamiento crítico ¿de qué estamos hablando? (por Jan Doxrud)

[1] El “Yo acuso” de un maestro francés al Mayo del 68, por la decadencia de la escuela (https://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/05/13/el-yo-acuso-de-un-maestro-frances-al-mayo-del-68-por-la-decadencia-de-la-escuela/)