3/3-Irán en el siglo XX: Una mirada panorámica de la modernización frustrada (1900-1979)

3/3-Irán en el siglo XX: Una mirada panorámica de la modernización frustrada (1900-1979)

¿Cuáles fueron las causas a largo plazo de la revolución islámica? Abrahamian no se muestra de acuerdo con aquella interpretación que dice que la razón fue el rápido proceso de modernización dentro de una sociedad tradicional y atrasada. También discrepa de la interpretación que dice que la modernización no fue lo suficientemente rápida y que el Sha no pudo deshacerse de la imagen de ser un monarca puesto por potencias extranjeras. Abrahamian ofrece otra interpretación y es que hacia el año 1977 la brecha existente entre un sistema socioeconómico desarrollado y un sistema político subdesarrollado fue tan amplia que una crisis económica era capaz de hacer caer al régimen.

En relación con el sistema socioeconómico Abrahamian señala que este fue posible gracias a los ingresos provenientes del petróleo: USD 555 millones (1963-1964; USD 958 millones (1968-1969); USD 1.200 millones (1970-1971); USD 5 mil millones (1973-1974); USD 20 mil millones (1975-1976). Añade el autor que si bien es cierto que cuantiosas sumas fueron destinadas a lujos y extravagancias, también es cierto que también se destinaron a proyectos productivos a través de una serie de planes que impulsaron el producto Nacional Bruto. Estos planes se tradujeron en la construcciones de presas como las de Dezful, Karaj y Manjil, las cuales incrementaron la producción de electricidad. También se invirtió en 500 millas de vías férreas, proyectos de irrigación, inversión en tractores y fertilizantes. También se invirtió en materia de salud no solo en materia de infraestructura sino que en capital humano.

La familia real

Como señaló anteriormente, este desarrollo socioeconómico convivió con un subdesarrollo en materia política. El sociólogo iraní Farhad Khosrokhavar – Director de Estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y Director del Observatorio de la Radicalización en la Fondation Maison de’l Homme – añade que dentro de los actores sociales que estuvieron en el origen se encontraba una “nueva juventud” nacida en los años 60 y que provenía de las clases medias, medias inferiores y parte de las capas populares. Estas, que habían accedido a la educación, tenían aspiraciones propias de aquellas naciones que atraviesan el proceso de modernización. En palabras del sociólogo:

“Su principal exigencia era tomar parte activa en esta modernidad, en la que solo participaba pasivamente, como consumidora (parcial) o como apoyo de un cambio en el que no tenía ningún derecho de intervención;: el terreno político y el esc enario social le estaban prohibidos”.[1]

Más adelante añade el mismo autor:

“Quienes hablan entonces de concienciación (agahi) hacen hincapié, ante todo, en la política, en la necesidad de romper con el despotismo, la hegemonía de un Estado represivo, y afirman el derecho de dotar a la sociedad civil de la autonomía necesaria para dirigir el cambio social desde abajo sin esperarlo de un poder absoluto modernizador. Esta dimensión es crucial en el primer período del movimiento, que desembocó en la revolución propiamente dicha”.

En Irán no existía una sociedad libre en donde pudiesen formarse cuerpos intermedios, grupos de presión y espacio político en donde pudiesen expresarse las diversas fuerzas sociales. En lugar de esto, el Sha continuó dependiendo de los tres pilares anteriormente mencionados: ejército, burocracia y la red clientelar en la corte. Mohammad Reza Pajleví continuó fortaleciendo a las fuerzas armadas lo cual absorbía cuantiosas sumas de dinero en la compra de aviones Boeing 707, aviones de combate como el F-14 Tomcat el F-4 Phantom, tanques M47 y M60, etc. Junto con esto la SAVAK continuó creciendo ya que constituía los ojos y oídos del Sha. No está de más insistir en que el Sha se enriqueció enormemente y este flujo de recursos provenían, además del petróleo, también de sus posesiones territoriales, de la Fundación Pahleví que recibía millones en subsidios.

En el año 1975 el Sha creó el Partido del Resurgimiento de Irán creando así un sistema de partido único. De acuerdo con Abrahamian  en el diseño del partido participó, en primer lugar, cuentistas políticos con Doctorados en universidades estadounidense quienes promovieron la idea de que la única manera de alcanzar la estabilidad política en países en vías de desarrollo era por medio de un partido de gobierno de corte autoritario. Un segundo grupo estaba conformado por ex comunistas de Shiraz quienes aportaron la idea leninista de la vanguardia que movilizara a las masas para romper las barreras de la tradición. Ahora bien, y como afirma Abrahamian, el único objetivo de este partido era transformar una dictadura militar  en un régimen totalitario de partido único con un “centralismo democrático” que, supuestamente,  rescataría lo mejor del socialismo y del capitalismo.

Sello de la SAVAK

Pero el régimen solo lograría generar rechazo en diversos sectores de la sociedad. Abrahamian explica que el crecimiento del partido único del Sha tuvo como consecuencia no solo una mayor control sobre la clase media asalariada, la clase trabajadora urbana y las masas rurales, sino que también – y por primera vez – sobre la clase media propietaria, especialmente los bazares y el establishment religioso.

El partido abrió sucursales en los bazares, forzó que pequeños comercios dieran donaciones, estableció salarios mínimos para trabajadores de pequeñas plantas, forzó a los talleres y tiendas a registrar a sus trabajadores en el Ministerio del Trabajo y pagar mensualmente por su seguro médico. También intervino en los gremios suprimiendo los tradicionales, creando nuevos y sometiéndolos al control de una “Cámara de Gremios”.

También se generaron tensiones con el establishment religioso puesto que, en primer lugar el partido proclamó que el Sha no solamente era un líder político sino que también espiritual. Sumado a esto criticó a los ulemas calificándolos de “reaccionarios negros medievales” u se estableció un nuevo calendario real que sustituyó al musulmán y que estableció una continuidad entre el imperio de Ciro y el de los Pahleví.

Los ulemas junto con los estudiantes de teología protestaron, siendo cientos de estos detenidos y obligados a servir en el ejércitos como conscripto. Un ayatolá de nombre Hassan Ghaffari fue arrestado en Teherán falleciendo misteriosamente el prisión y otro clérigo de Isfahán, de nombre Hojjat al-Islam Shamsabadi, fue asesinado días después de una prédica en contra del nuevo calendario.

El ayatolá Jomeini también, desde Irak, criticó al partido por violar los derechos individuales, estar en contra de los intereses de Irán y contra los principios del Islam. Como explica Abrahamian, Jomeini estaba dentro del grupo de clérigos opositores militantes y que este tenía una red secreta dentro de Irán. Dentro de los adherentes a sus ideas en Irán estaba el Ayatolá Hussein Montezari  quien enseñaba jurisprudencia islámica en Qom. Otro ex estudiante de Jomeini era el Ayatolá Mohammed Beheshti. Otro joven adherente de Jomeini es el actual líder supremo de irán: Alí Jamenei. Estos y otros se unieron a Jomeini en su deseo derrocar al Sha e instaurar un régimen islámico. Como explica Abrahamian, en este régimen serían los ulemas tendrían un rol medular en interpretar y aplicar la sharía, así como también en enseñar y proteger a la comunidad.

Alí Jamenei

Así, Jomeini no sólo buscaba la creación de un gobierno islámico sino que de un gobierno clerical islámico, en otras palabras, el gobierno debía ser confiado a los clérigos. Jomeini, en sus conferencias dadas en la década de 1960 en Náyaf, llevó a sus consecuencias lógicas loe expuesto por los ulemas chiitas. Como explica Abrahamian, estos eruditos islámicos afirmaban que el Duocéimo Imán había delegado en los eruditos islámicos el deber de proteger a la comunidad y que debían mantenerse alejados del Estado y tolerarlo como un mal necesario.

Pero añadían que los ulemas tenían la autoridad política y podían utilizarla en caso de que el gobierno transgrediera gravemente a la sharía poniendo así en peligro a la comunidad islámica. Ahora bien, Abrahamian destaca un aspecto interesante en Jomeini y es que en un comienzo él no hizo referencia pública a sus ideas sobre un gobierno islámico. En lugar de esto, elaboró una narrativa vaga en donde criticaba al imperialismo, abogaba por la independencia, en traer la justicia islámica a los pobres, ayudar a los campesinos, elevar los estándares de vida, etc. En palabras de Abrahamia, Jomeini propagó un mensaje populista vago y se contuvo de propuestas específicas para así lograr crear una amplia alianza que incluyera a las diversas fuerzas sociales: el clero, bazares, intelligentsia, grupos políticos y los pobres.

Un hecho importante fue el “Incidente de Siakal” (19719, provincia cercana del Caspio en donde un pequeño puesto de gendarmería fue atacado por militantes marxistas-leninistas lo que daría inicio a 8 años de actividad guerrillera contra el régimen. En esta  participaron islamistas y marxistas, inspirados en otros hechos como la guerrilla cubana y vietnamita.

Jomeini

Entre estas se pueden destacar dos centrales: la Organización de Guerrillas Fedai del Pueblo Iraní y la Organización de Muyahidines del Pueblo de Irán. A pesar del carácter religioso del segundo, igualmente desarrollaron una narrativa similar a la primera en cuanto a que criticaban el imperialismo estadounidense, que la “Revolución Blanca” del Sha había transformado a Irán en una sociedad “burguesa” dependiente de Occidente y el sistema capitalista. Junto con lo anterior, denunciaban el imperialismo cultural, militar, económico y político que amenazaba al país. No es de extrañar que el régimen los catalogara de “marxistas islámicos” y que utilizaban el Islam como tapadera para imponer un régimen marxista que era su verdadera intención.

Abrahamian cita un panfleto de los Muyahidines en donde dejan ver su postura frente al régimen y al marxismo. Respecto al primero, critica al Sha por señalar que los musulmanes no pueden ser revolucionarios, estableciendo así una falsa dicotomía, ya que si se es revolucionario no se es musulmán y pasa a engrosar las filas del marxismo. Para los Muyahidines la realidad era la contraria y afirmaban que en la totalidad del Corán no había ningún musulmán que no fuese revolucionario. En relación con el marxismo, los Muyahidines eran claros al señalar que marxismo e Islam no eran idénticos, pero sí añadían que el Islam se encontraba más cerca del marxismo que del “pahlevismo”. Añadían que tanto el Islam como el marxismo luchaban contra las injusticias e inspiraban el martirio y el autosacrificio.

De acuerdo con Abrahamian, los Muyahidines se sintieron aún más interesados por el marxismo después de 1972, leyendo las experiencias revolucionarias en Rusia, China, Vietnam y Cuba. Ya en 1975 se dio un drástico giro que causó una división interna. En un nuevo panfleto “Manifiesto de cuestiones ideológicas” se declararon formalmente como marxistas-leninistas puesto que el Islam era considerado como la ideología de la clase media. Si bien, de acuerdo con Abrahamian, la actividad guerrillera fracaso en lo que respecta a hacer caer al régimen, su trabajo no fue en vano, puesto que cuando a finales de 1977 comenzó el levantamiento revolucionario, estos dos y otros grupos estaban bien posicionados para sacar ventaja de la situación.

Protestas en Teherán contra el régimen (1978)

Pareciera que la estabilidad del régimen estaba asegurada, pero dos factores la desestabilizaron. En primer lugar  la crisis económica, específicamente la alta inflación que causó malestar en la población y que hizo que el régimen acusara a los comerciantes de acaparadores e instaurar controles de precios. En segundo lugar estaba la presión externa ejercida por organizaciones de defensa de los Derechos Humanos – como Amnistía Internacional y la Liga Internacional por los Derechos Humanos – , para que el Sha se comprometiera a dar solución a ese tema.

También, en Inglaterra, estudiantes con contactos con el Partido Laborista y Sindicatos, formaron un Comité contra la Represión en Irán. Este tipo de iniciativas se replicaron en Nueva York y París, pero sin duda la llegada a la presidencia de Jimmy Carter pondría aún más presión sobre el Sha. Este último pensó que el relajamiento de las medidas represivas no alterarían el orden y pondría en jaque al régimen, pero….se equivocó. En primer lugar, cuando el Sha negoció con líderes seculares moderados se encontró con que estos no tenían la organización necesaria y el poder de convocar a sus seguidores para refrenar las emociones de los ciudadanos.

Sumado a esto, la relajación de las medidas coincidió con una recesión económica que tuvo como consecuencia el aumento del desempleo. La política del Sha causaría el resurgimiento de la oposición, de figuras públicas de peso e intelectuales que comenzaron a criticar públicamente al Sha. Durante 1977 la oposición no dejó de crecer y de manifestarse de distintas maneras.

Manifestaciones a favor del régimen. Tabriz, 1978.,

Uno de los hechos que generó conmoción fue la matanza en Qom – ciudad santa del islam chiita – a comienzos de 1978. Esto comenzó por un ataque realizado por un medio oficialista contra los clérigos y Jomeini a quien acusaron de ser un espía británico. Esto  trajo consigo el descontento de miembros de los bazares y los seminarios en Qom quienes demandaron una disculpa. Los acontecimientos pasaron al enfrentamiento entre las fuerzas de orden y estudiantes y otros simpatizantes en donde resultaron muertos, de acuerdo con la oposición, 70 muertos.

Este hecho convertiría a Jomeini en un líder visible de la oposición al Sha, daría inicio a protestas cíclicas de 40 días y marcaría un quiebre definitivo entre la autocracia y el clero. Las protestas se extenderían a Tabriz y a Isfahán (1978). Las protestas en Teherán en donde el Sha estableció la ley marcial y, en el fatídico septiembre de 1978, se produjo lo vendría a denominarse como el “viernes negro” en donde las fuerzas del Sha acribillaran a cientos de manifestantes, lo que cerró cualquier posibilidad de solución pacífica.

Comenzaron a desencadenarse una avalancha de huelgas en sectores tan sensibles como el petrolífero, aduanas y ferrocarriles entre otros, lo que golpeó aún más a la economía iraní. Pero lo que sellaría el destino del Sha fue cuando el descontento se extendió dentro de los conscriptos de las fuerzas armadas, donde algunos desertaron o se negaron a disparar contra los manifestantes como sucedió en Qom. Incluso hubo un enfrentamiento entre miembros de la Fuerza Aérea y la Guardia Imperial. Si esto no fuera suficiente, hacia noviembre el Sha  ya no contaba con la plena confianza de los Estados Unidos. Finalmente el 16 de enero de 1979 el Sha escaparía de Irán. En el país asumiría como primer ministro un miembro del Frente Nacional Shapur Bajtiar (1914-1991) quien sería el último primer ministro de irán entre el 4 de enero y el 11 de febrero de 1979.

Shapur Bajtiar, último primer ministro de Irán (posteriormente asesinado en Francia)

Finalmente sería otro personaje, quien había llegado desde su exilio en Francia el 1 de febrero, quien lograría capitalizar a su favor el triunfo de la revolución: el ayatolá Jomeini. Este último no reconoció a Bajtiar y formó un gobierno paralelo nombrando a un primer ministro “legítimo”. Finalmente la neutralidad del ejercitó en esta pugna terminó por causar el derrumbe del brevísimo gobierno de Bajtiar. Este último sería asesinado junto a su secretario en Francia en 1991 por agentes del régimen islámico del sucesor de Jomeini: Alí Jamenéi.

Jomeini llegando a Irán en el vuelo de Air France (1979)

En palabras de Abrahamian, la revolución de 1977-1979 parece plantearnos una paradoja en el sentido que parece haber contradecir la idea de que la modernización trae consigo la secularización de las sociedades a expensas de aquellos sectores más tradicionalistas. Junto con lo anterior tenemos el hecho de que una revolución con un contenido político, social y económico, tomó un curso ideológico religioso que terminó por instaurar una teocracia chiita. Otro tema interesante es cómo logró Jomeini transformarse en el líder del proceso revolucionario. De acuerdo con Abrahamian una primera razón era la personalidad de Jomeini y lo que proyectaba en el público. Frente al despilfarro y lujos del Sha y su familia, Jomeini se mostraba austero “místico Sufí” y un hombre de Dios.

En segundo lugar, Abrahamian destaca la astucia de Jomeini y que es algo que ya mencionamos anteriormente: el crear una narrativa que amalgamara a la mayor cantidad de fuerzas sociales: nacionalistas, burgueses, la intelligentsia, campesinos, etc.  Ahora bien, de acuerdo con el historiador la columna vertebral que sostuvo a Jomeini fue la clase media tradicional y el clero que ayudaron con financiamiento y a difundir sus ideas por medio de una red organizada a lo largo del país. Por su parte el ya citado sociólogo, Farhad Khosrokhavar, explica que el fulgurante ascenso de Jomeini como guía (1978) de la revolución ocurrió en cosa de meses. Añade que sería exagerado explicar el apoyo que recibió Jomeini por su pasado de lucha contra el antiguo régimen, puesto que pocos jóvenes lo conocían. Así, en opinión de Khosrokhavar, la sacralización de la figura del ayatolá por su pasado de lucha fue, más bien, “un invento revolucionario y posrevolucionario”.

Alí Jamenei (izquierda) junto a Jomeini (derecha)

A esto podemos añadir otra paradoja, y es que Irán pasó de un régimen autocrático a otra teocracia igualmente represiva. A pesar de adoptar el nombre de República islámica de Irán, y que cuenta con un parlamento (Majles), partidos políticos y un Presidente, esta no es homologable con las democracias liberales multipartidistas de otros países. El Líder Supremo (Rahbar), nombrado por una Asamblea de Expertos compuesta por 88 clérigos, es el que tiene el poder real. La sociedad civil está estrictamente controlada, así como también las libertades individuales, la libertad de prensa y de cómo vestirse. Tampoco existe una separación entre política y religión de manera que cualquier opinión y discusión no puede poner en jaque el carácter teocrático del régimen.

Pasemos ahora a examinar brevemente algunos aspectos del chiismo – rama del Islam a la cual pertenecía Jomeini – una “minoría” (más de 200 millones) dentro del Islam en comparación con la mayoría  sunita. De acuerdo con la historiadora francesa  y especialista en Islam medieval, Françoise Micheau (1946-2024)[2] es más exacto definir el chiismo como el “Partido de Alí”. Resulta que a la muerte del profeta Mahoma en el año 632 le sucedieron cuatro Califas siendo el último Alí, quien fue nombrado en el año 656.

Alí era primo y yerno del profeta Mahoma, ya que estaba casado con su hija Fátima y era hijo de su tío Abu Talib. Alí encontró oposición de Muawiya quien era apoyado por la vieja aristocracia de La Meca y por árabes de Siria en donde era gobernador. El enfrentamiento terminó con una tregua que fue aceptada por Alí. Esto generó rechazo en adherentes a Alí, quienes lo terminaron por abandonar, de ahí su nombre sea el de jariyíes o “los salientes”. Finalmente Alí fue asesinado por un miembro de los jariyíes en el año 661. Por su parte, Muawiya daría comienzo al califato Omeya (661-750).

Dentro de las rebeliones acontecidas dentro de este imperio destaca la dirigida por Hussein (o Husayn), hijo menor de Alí y Fátima. Como explica Micheau, fue en el décimo día del mes de Muharram (“sagrado” o “prohibido”) del año 680 el ejército Omeya comandado por el hijo de Muawiya – Yazid – derroto y masacró a Hussein junto con su familia en la ciudad iraquí de Kerbela.  Al respecto comenta Micheau:

“El período de aflicción y de penitencia que siguió al acontecimiento, considerado desde siempre por la tradición chiita como un martirio insufló un fervor religioso nuevo. El destino trágico de Alí y de Husayn, símbolo del justo del débil oprimido por el fuerte, hizo del chiismo un movimiento en el que el sufrimiento, la pasión y la expiación constituyen temas propios, desconocidos para el resto del Islam”.

Otra idea importante del chiismo abordado por Micheau es la doctrina del imanato. Para el chiismo la figura del imán es “el que está adelante” o “el que muestra la vía” y, para los chiies la misión profética de Mahoma se prolonga en la fura del imán a quien se le ha transmitido el don del conocimiento perfecto y son infalibles en materia religiosa y moral. De acuerdo con el chiismo existe una sucesión de Imanes – 12 en el caso de los duodecimanos y 7 en el de los septimanos – en donde para los primeros, el último imán, Muhammad al-Mahdí se encuentra oculto y que en algún momento volverá a parecer. Jomeini pertenecía a esta rama mayoritaria del Islam chiita.

Mezquita de Jamkaran (Qom)

Jomeini también añadió otros elementos a su ideología religiosa que es desprecio por Estados Unidos (recordemos la toma de rehenes en la embajada de EE.UU en Iran), Israel (el sionismo) y, en general, de la civilización occidental. Incluso atacó al capitalismo tachándolo de ser un sistema opresivo que perjudica a las masas. Pero también rechazaba el marxismo-leninismo por atacar a la propiedad privada y por defender las relaciones sexuales y la homosexualidad. En el año 1989 Jomeini envió una carta a Gorbachov, en ese entonces, Secretario General del PCUS en donde le hacía ver que el problema de su país era la ausencia de Dios, el mismo problema que azotaba a Occidente y que lo llevaría a un callejón sin salida. A esto añadía:

“No hay duda, para todo el mundo, que a partir de ahora, al comunismo solo se le encontrará en los Museos de la Historia de la política universal;  pues el marxismo no satisface ninguna de las necesidades reales de la humanidad”.

Las críticas de Jomeini también apuntaron a la Casa de Saúd en Arabia Saudita a quienes consideraban como corruptos y suministradores de petróleo a Occidente. Como comenta Gilles Kepel en su libro “La Yihad. Expansión y declive del islamismo”:

“En su opinión, los dirigentes de Riyad eran unos usurpadores que tras su ostentoso rigor religioso apenas disimulaban su función de proveedores de petróleo de Occidente que, a cambio, ofrecía su protección militar a una monarquía retrógrada y socialmente conservadora”.

El rey de Arabia Saudita, Jálid bin Abdulaziz, quien reinó entre el año 1975 y 1982.

De hecho en 1979 los saudíes tuvieron que hace frente al asalto de la Gran Mezquita de la Meca por parte de radicales pertenecientes al wahabismo quienes se oponían a las medidas liberalizadoras de la monarquía. Pero hubo otro hecho que si estaba vinculado con el régimen iraní y que fueron las protestas de la minoría chiita al este del país, en donde estaba la principal zona petrolera. Así, los saudíes vieron en Jomeini un intentó de deslegitimarlos como representantes del Islam y protectores de los dos lugares sagrados. Ahora bien, Jomeini no pudo disimular el hecho de que su revolución era una chiita que buscaba instaurar una teocracia bajo el poder de clérigos chiitas. Donde si tendría éxito Jomeini fue en la creación del Hezbolá o “Partido de Dios” (1982) en el Líbano que se constituyó en un partido político y en un grupo paramilitar altamente entrenado y disciplinado.

Finalmente Irán estableció una nueva Constitución en 1979. Previamente, en marzo de ese año marzo se llevó a cabo un referéndum para consultar si los ciudadanos estaban de acuerdo o no con el establecimiento de una República Islámica. La aplastante victoria significó el fin de la monarquía Pahleví y una Asamblea de Expertos – electa por votación directa y con candidatos filtrados por los lideres revolucionario – que se hizo cargo de la redacción de la nueva Constitución la cual fue aprobada por medio de un referéndum en diciembre de 1979. Las mujeres no votaron, al igual que la oposición, los no musulmanes (zoroastrianos, cristianos y judíos).

En el artículo 1 del capítulo 1 podemos leer que la forma del Estado de Irán es la República Islámica, elegida por la nación por medio del referéndum anteriormente mencionado. También se hace referencia a la figura de Jomeini a quien se le presenta como la suprema autoridad y conductor de la revolución islámica. Esta república, entre otras cosas,  se fundamenta en la creencia de un solo Dios, en la revelación divina y en la figura del imán como guía.

En lo que respecta a la lengua se establece que la escrita oficial y común del pueblo es el persa, pero como lengua del Corán, de las ciencias y la cultura islámica es el árabe. En cuanto al calendario comienza con la Hégira – la emigración del profeta Mahoma desde La Meca hacia Medina en la península arábiga en el año 622 – y la bandera sería tricolor: verde, blanca y roja con el escudo de la República y la leyenda “Alá es grande” (Allahu akbar). En el capítulo III se establecen los derechos de la nación en donde, en la práctica, la libertad de los individuos, partidos, prensa, sindicatos y otras organizaciones debe darse dentro del marco de la legislación islámica.

En el capítulo V, artículo 57 se establecen los tres poderes del Estado autónomos entre sí, los cuales están bajo la tutela de quien guía a la comunidad. Es en el capítulo VIII en donde se vuelve hacer referencia al eminentísimo ayatolá Jomeini como supremo Guía – quién no parte de la triada clásica de la división de poderes – , a quien le corresponden “las funciones de tutela y de conducción de la comunidad, y todas las responsabilidades de ellas derivadas”. Después del Líder Supremo, es el Presidente quien ostenta la más alta jerarquía del país. La figura del primer ministro – electo por el parlamento – sería eliminado en 1989 por medio de un referéndum.

En el símbolo podemos ver 4 lunas creciente y una espada que representan la palabra “Allah”.

A diferencia de Lenin, Jomeini si vivió lo suficiente para ser testigo de los frutos de la revolución. Finalmente falleció el 3 de junio de 1989 producto de un cáncer gastrointestinal.  El sucesor de Jomeini fue su Alí Jamenei que con el tiempo se había transformado en uno de sus hombres de confianza. El que había sido considerado como el sucesor natural de Jomeini, el ayatolá Hosein Alí Montazerí (1922-2006) terminó perdiendo la confianza del líder, al parecer, debido a que este había criticado las políticas represivas del gobierno que incluían ejecuciones de los opositores en 1988. Sumado a esto, este clérigo habría cuestionado el poder absoluto que detentaba el Líder Supremo lo que lo alejo de aquellas facciones conservadoras de línea dura.

En el año 2015 el historiador y periodista alemán, Ulrich von Schwerin publicó el libro: “The Dissident Mullah: Ayatollah Montazeri and the Struggle for Reform in Revolutionary Iran”. Aquí aborda como una figura central dentro de la revolución y protegido de Jomeini terminó siendo sustituido como sucesor por Jamenei que jerárquicamente era inferior a Montazerí, lo que implico una reforma constitucional para que pudiese ser elegido sucesor de Jomeini. También revela como el mismo pensamiento de Montazerí evolucionó desde 1979 y cómo fue percatándose de que el régimen se había vuelto en uno represivo en algunos aspectos lo que le valió el ser descartado de la línea sucesoria.

Hasta el momento en que escribo este artículo Jamenei sigue siendo el Líder Supremo a pesar de los problemas de salud que lo han afectado. Tras los ataques de Israel y Estados Unidos en junio el régimen teocrático no ha caído, pero ha recibido un duro golpe ya que Israel eliminó a gran parte de la cúpula militar así como también a científicos nucleares. Al parecer la “Guardia Revolucionaria” creada como una fuerza paralela al ejército profesional y el Basijk (milicias voluntarias) han logrado mantener a raya cualquier intento de sedición. Ahora bien, también hay sectores dentro de la sociedad iraní que apoyan al régimen.

¿Qué sucedió con el Sha y su familia? El Sha falleció de cáncer (linfoma) en en Egipto en 1980. Su familia se radicó en los Estados Unidos en donde continúaron sus vidas marcadas por los trágicos eventos. Su hija menor menor murió, al parecer por suicidio, en el año 2001, mientras que el penúltimo hijo se suicidó también en el año 2011. Mientras escribo este artículo continúan vivos la reina Farah Pahlaví (86 años), Reza Pahlaví (príncipe heredero y muy activo en la lucha para que Irán se transforme en una democracia laica) y la hija Farahnaz Pahlavi . Su hija del primer matrimonio, Shahnaz Pahlavi,  también sigue viva y cuenta con 84 años (al parecer reside en Suiza)

[1] Las políticas de Dios. Gilles Kepel (Dir). Anaya & Mario Muchnik.

[2] Paul Balta (comp). Islam. Civilización y sociedades. Siglo XXI editores.