2/3-Irán en el siglo XX: Una mirada panorámica de la modernización frustrada (1900-1979)

2/3-Irán en el siglo XX: Una mirada panorámica de la modernización frustrada (1900-1979)

Como señale, el líder iraní se embarcó en un proyecto modernizador que Abrahamian califica de no sistemático, es decir, carecía de un plan. Maestro y de una narrativa que sintetizara su visión de país. No obstante lo anterior, uno de sus objetivos era reconstruir Irán a imagen de Occidente y para ello tuvo que reformar varios ámbitos. En primer lugar tenemos la política secularizadora que afectaba directamente al poder e influencia de los clérigos. Reza Sha encargó a un jurista suizo – Davar – para reformar el Ministerio de Justicia.

Una de las medidas implementadas fue sustituir a los antiguos jueces por  abogados con una educación moderna e introdujo versiones modificadas del Código Civil francés y el Código Penal italiano, a pesar de que ciertos estatutos contradecían los cánones coránicos. Davar también creó una estructura judicial jerárquica en donde en la cúspide se encontraba la Corte suprema. También transfirió el lucrativo negocio de registrar documentos legales desde los ulemas a abogados seculares y facultó a los jueces estatales para decidir qué casos debían ser abordados por cortes seculares o religiosas y se redujo drásticamente la presencia de clérigos en la Asamblea Nacional.

No bastando esto, Reza Sha abrió a los turistas extranjeros las principales mezquitas de Isfahán, denegó visas de salida a quienes quisieran realizar peregrinaciones a la Meca, Medina (ambas en la península Arábiga), Náyaf (Irak) y Kerbala (Irak). También hizo un llamado a que los médicos ignoraran el tabú religioso en contra de la disección de cadáveres y se apropió de tierras y fundaciones religiosas. Abrahamian cita las palabras de un ministro británico quien señaló que Reza Sha estaba destruyendo el poder de los mulás y que se le había olvidado la frase atribuida a Napoleón de que el propósito de la religión es de impedir que los pobres asesinen a los ricos. Añadía el mismo político que no existía nada con que reemplazar la religión salvo un nacionalismo artificial que podría morir con el Sha, dejado atrás la anarquía.

Reza Sha

Otro problema que tuvo que afrontar el Sha fue controlar y someter a las tribus y, para ello, tuvo que extender el control de las fuerzas de orden hacia regiones lejanas, desarmar a los guerreros, reclutar a sus miembros en el ejército y confiscar tierras para debilitar a los jefes. Otro objetivo era uniformar la lengua por medio de la educación lo que también constituía un ataque contra las tribus puesto que se les imponía el persa por sobre de sus dialectos locales. El régimen también abolió rangos y títulos honoríficos y presionó para que se abandonara las atuendos tradicionales por ropa de estilo más occidental.

En materia económica, el régimen comenzó a controlar las palancas del poder transfiriendo, en primer lugar, el monopolio de la emisión monetaria desde el Banco Imperial (de propiedad británica) al Banco Nacional de Irán. Junto con esto, el régimen tomó control del sistema de telégrafos y – arrebatándoselo al Indo-European Telegraph Company – y despojó a los belgas del control del cobro de aduanas.  

En donde no prosperaron sus ambiciones fue en el sector petrolífero, específicamente en reducir la influencia de la Anglo-Iranian Oil Company (AIOC). Cuando en 1932 revocó de manera unilateral la concesión llevada a cabo en 1901 con el empresario británico William K. D’Arcy, generó un impasse diplomático que terminó en un arbitraje que terminó beneficiando a AIOC. El régimen estimuló la actividad económica extendiendo las vías férreas a lo largo del territorio, impulsando el ferrocarril transiraniano y construyendo nuevas carreteras. También se estimuló la actividad industrial mediante estrategias proteccionistas, el establecimiento de monopolios y condiciones crediticias favorables por medio del Banco Nacional

Reza Sha

Otras medidas apuntaron a forzar la liberación de la mujer de la tradición que las oprimía. La universidad de Teherán abrió sus puertas a ambos sexos, lugares públicos como cines, cafés u hoteles serían multados en caso de discriminar a las mujeres y se prohibió el uso del chador. Ahora bien, la mujer no podía votar en elecciones, dentro de la familia su estatus era inferior al del hombre, en donde este último podía seguir teniendo hasta cuatro esposas y divorciarse cual él quisiera.

Ciertamente el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939 y, específicamente el año 1941 marcó la política interna de Irán, ya que el régimen autoritario llegaría a su fin. En 1941 Hitler decide traicionar a Stalin rompiendo el pacto de no agresión y cooperación, e iniciando así la invasión de la Unión Soviética. En agosto de 1941 la Unión Soviética y Gran Bretaña invadieron Irán, siendo uno de los objetivos explícitos el abrir un corredor para suministrar ayuda a Stalin (el “corredor persa”), pero también salvaguardar los intereses económicos y petrolíferos. Pero además había temor ante un potencial influencia de la Alemania nazi en el régimen puesto que había presencia de técnicos y asesores alemanes trabajando en Irán.

Así, finalmente los ingleses invadieron desde el sur y los soviéticos desde el norte, y las tropas iraníes no fueron rival para los ejércitos anglo-soviéticos, y Reza Sha se vio forzado a abdicar dejando a su hijo como sucesor. Abrahamian, citando las palabras de los ministros estadounidense y británico, señala que la invasión no generó mucho resentimiento entre la población ya que tenían la esperanza de que su situación mejoraría. Así, añade el mismo autor, la caída de Reza Sha puso fin a la política de control estatal y daría inicio a la política del conflicto social.

Tropas inglesas y soviéticas en Teherán (1941)

Se inicia de esta forma el período que va de 1941 a 1953 en donde la figura del Sha Mohammad Reza Pahleví se vería menoscabada por el Parlamento y los partidos políticos. Abrahamian distingue 5 polos centrales en torno a los cuales funciono el sistema político. En primer lugar estaba la corte integrada por asesores civiles que deseaban una democracia constitucional y oficiales militares que deseaban el restablecimiento de una autocracia. En segundo lugar estaba el Majles el cual estaba dividido entre conservadores, liberales y radicales, así como también entre los pro-británicos, pro-estadounidenses y pro-soviéticos. En tercer lugar tenemos el gabinete en donde los ministros debían sus puestos a la corte, a alguna de las facciones parlamentarias o agentes extranjeros. En cuarto lugar estaban las potencias extranjeras que, con el inicio de la Guerra Fría, se generarían fricciones entre estas.

Por último estaba el público en general que también se dividió en facciones antagónicas a media que se articulaban los partidos políticos. Esta nueva etapa en donde se retornó a una sistema parlamentario y de partidos políticos tendría costos en la forma de inestabilidad y crisis. Esto, de acuerdo con Abrahamian, generó dudas en agentes extranjeros sobre la viabilidad de este tipo de sistema político en una sociedad como la iraní. Pero, como afirma el mismo autor, este complejo laberinto de partidos políticos y grupos parlamentarios era un reflejo de las diferencias políticas entre distintas fuerzas sociales, y no a factores psicológicos propios de la sociedad iraní.

Mohammad Reza Pahleví

Continúa explicando Abrahamian que existían dos formas de conflicto en la estructura social iraní: antagonismo de clase y rivalidades étnicas (tribus vecinas, grupos lingüísticos y religiosos). Los representantes estadounidenses y británico también palparon este ambiente y la brecha entre “los que tenían” y “los que no tenían” el cual era una bomba de tiempo que amenazaba la estabilidad urbana y la seguridad nacional. Abrahamian cita las palabras de un cónsul británico para quien la situación de irán se asemejaba a la de Inglaterra antes del año 1832 en donde existían terratenientes que controlaban toda la administración local y virtualmente a cargo del parlamento y el gabinete.

La misma percepción mostraba la prensa iraní. De acuerdo con el autor, desde la abdicación del Sha, casi todos los 36 periódicos veían a Irán como una nación dividida en clases antagónicas. Se hablaba de la explotación de las masas por terratenientes, miembros de la corte y altos cargos del gobierno. A esto hay que añadir la lectura que hacían aquellos grupos influenciados por el marxismo-leninismo que, obviamente, coincidían con estas visiones. Como señalé, también estaban los conflictos étnicos, como fue el caso de los musulmanes con no musulmanes (por ejemplo, cristianos y judíos) y las minorías lingüísticas que habitaban en esta nación predominantemente persa.

¿Qué sucedió con el Sha Mohammad Reza Pahleví? El Sha era hijo de la segunda esposa de reza Sha, Tadj ol-Molouk (1896-1982). Era el hijo mayor y el tercero de los 11 hijos de Reza Sha. Tenía también una hermana gemela Ashraf Pahleví (1919-2016). Fue un hombre que tuvo que criarse bajo la autoritaria y violenta figura de su padre. El mismo lo describía en un libro como un hombre de temperamento violento que causaba un miedo extremo. En 1931 partió en dirección a Suiza a estudiar en el Institut Le Rosey en donde estuvo 4 años y que le sirvió para exponerse a una cultura muy diferente a la suya. De vuelta en Irán seguiría la carrera militar.

La posición de Mohammad Reza Pahleví no era la de su padre, es decir, no era una autocracia. Con la invasión de 1941 dos de los pilares sobre los que descansaba el régimen de Reza Sha habían caído: la burocracia y la red clientela en la corte. Es por ello que era de suma relevancia mantener y fortalecer el pilar que quedaba en pie representado por el ejército. El Sha mantuvo el poder sobre el ejército de manera que invirtió tiempo en fortalecer la institución y mantener la lealtad de sus miembros. Producto de la erosión del poder de la figura del Sha, este tuvo que desenvolverse con cuidado, ganado aliados y cooperando con las potencias extranjeras, llegando incluso a ofrecer fuerzas para combatir en Europa.

Junto a su primera esposa, la princesa de Egipto Fawzia quien fue hija del Sultan y posteriormente rey de Egipto y Sudán Fuad I. Fawzia fue reina consorte entre 1941 y 1948. Tuvieron una hija: Shahnaz Pahleví. El Sha se casó 3 veces.

También tomó medidas tales como la amnistía a todos los prisioneros políticos,  la liberación de alrededor de 1.250 disidentes, la devolución de tierras a las fundaciones religiosas y la apertura de la facultad de Teología en la Universidad de Teherán. El Sha incluso transfirió gran parte de su herencia territorial al Estado para que fuese distribuida entre sus propietarios originales. También reinstauró la inmunidad parlamentaria e invitó al parlamento a participar en el proceso de formación del gabinete. Así el país entró en una nueva fase de experimentación con el parlamentarismo en donde convivieron distintos partidos entre los cuales podemos mencionar: el Partido Socialista creado en 1940, el Partido Tudeh (marxista-leninista) creado en 1941, el Partido Irán creado en 1941, el Frente Nacional de corte nacionalista y constitucionalista creado en 1949.

Pasemos a abordar cómo se pavimentó la vía hacia el golpe de Estado de 1953 que llevó al Sha a imponer nuevamente un régimen autoritario. Aquí entra en escena un veterano político de nombre Mohammad Mosaddeq (1882-1967), quien se desempeñó como primer ministro entre 1951 y 1953. Mosaddeq provenía de una prominente familia persa y su padre había sido ministro de finanzas durante la dinastía Kayar y su madre, princesa, era hija de un príncipe de la dinastía. Estudió dos años en Francia en el Institut d'études politiques de Paris (1909-1911) y, posteriormente se doctoró en Derecho en la Universidad de Neuchâtel (Suiza).

Uno de los temas más sensibles abordados por Mosaddeq fue el de la industria petrolífera lo cual lo enfrentaría con la poderosa Anglo-Rainian Oil Company. En 1951 el gobierno nacionalizó la industria lo que causó la salida de los técnicos y la alerta del gobierno británico. Las facciones pro-británica también se opusieron al gobierno y, como señala Abrahamian, estos junto con los realistas intentaron debilitar al gobierno de Mosaddeq. Este último mantuvo relaciones tensas con la realeza y con el mundo militar. Para llevar a cabo sus reformas el Majles probó en  1952 que Mosaddeq gobernara por decreto durante 6 meses. En julio de 1953, acusando que el mismo Majles obstruía su labor, convocó un referéndum para disolverlo y llamar a nuevas elecciones, lo cual era inconstitucional. El referéndum se llevó a cabo utilizando urnas separadas para el “si” y el “no” y Mosaddeq obtuvo una aplastante y dudosa victoria (99%). Esto terminó por aislar a Mosaddeq y a justificar la posterior intervención militar que acabaría con su gobierno.

El Sha (izquierda) y Mosaddeq (derecha hacia la muralla)

En palabras de Abrahamian el triunfo de Mosaddeq fue ilusorio ya que perdió antiguos aliados, tuvo problemas en complacer a modernos y tradicionalistas y, por último, tuvo que enfrentar una crisis económica que causó el aumento del desempleo y del precio de los bienes de consumo. Tras un primer intento fallido de derrocar a Mosaddeq en agosto de 1953, finalmente, en ese mismo mes, se llevó a cabo (con ayuda de la CIA y el MI6) Mosaddeq fue arrestado y retornó desde Roma para consolidar su poder. El rol de los organismos de inteligencia – la CIA y el MI6 – fue el de, entre otras cosas, organizar protestas, sobornar a políticos y coordinar al ejército para llevar a cabo el derrocamiento.

Pasemos ahora a examinar el período que va de 1953 – con el establecimiento de la autocracia del Sha – a 1979, con la revolución que lo derrocó. Ya en el poder, el Sha instaló en puestos claves a sus cercanos militares y recibió de Estados Unidos ayuda económica por una valor de USD 145 millones entre 1953 y 1957. También recibió ayuda técnica de la inteligencia israelí, así como también de la CIA y el FBI para establecer en 1957 la Oficina de Inteligencia y Seguridad Nacional, es decir, la infame policía secreta conocida como SAVAK. Esta policía secreta se encargó de reprimir a los partidos así como también a los sindicatos y universidades.

El Sha también puso fin a la tensión por el petróleo con Gran bretaña estableciendo un nuevo acuerdo en donde se dividirían las ganancias y se renunciaría a cualquier intento de nacionalización. De acuerdo con Abrahamian los ingresos petrolíferos de USD 34 millones en 1954-1955 a USD 181 millones en 1956-1957, a USD 358 millones en 1960-1961 y a USD 437 millones en 1962-1963. Esto, más la ayuda de Estados Unidos, el Sha pudo fortalecer el principal pilar del cual dependía: el ejército. Un primer problema que tuvo que afrontar fue la crisis económica de 1963 que pondría en jaque la denominada “revolución Blanca” que incluía reformas en materia de salud, alfabetización, derechos de las mujeres y reforma agraria entre otras.

El Sha (1953)

El déficit fiscal y la inflación golpearon al país, además de las malas cosechas (1959-1960)  que no daban abasto para una población que crecía a lo largo de los años. A esto se sumaban presiones del gobierno de Kennedy de que el Sha implementara un reforma agraria e implementara reformas liberales que ayudarán a mantener a raya a los comunistas. Esta situación creo el ambiente para que emergieran múltiples protestas, a pesar del fraudulento referéndum llevado a cabo en 1963 para medir el apoyo a la “Revolución Blanca”.

Fue durante esta década que un personaje, que se transformaría en uno central en la historia de Irán, comenzó a esgrimir críticas en contra del régimen: Ruhollah (“Espíritu de Dios”) Jomeini (1902-1989). Desde la década de 1940 ostentaba el título de Ayatolá y, como explica Abrahamian, en 1943 publicó su primer trabajo de relevancia: “Secretos Revelados”. En ese entonces Jomeini defendía la instauración de un sistema islámicod e gobierno pero sin rechazar el principio monárquico en su totalidad. De acuerdo con el historiador, las posibles razones de que Jomeini se mantuviera alejado de los asuntos políticos en las décadas de 1940 y 1950 son tres.

Jomeini en su juventud

El primero el miedo al comunismo (reprimido por el Sha), el rechazo del nacionalismo por razones religiosas y, por último, la presión ejercida por su protector, el clérigo chiita Husayn Burujardi (1875-1961), quien brindó su apoyo al Sha. Así, Jomeini comenzaría con sus críticas públicas a comienzos de la década de 1960. Denunciaba la corrupción, la manipulación de las elecciones, el descuido económico, la violación de la independencia universitaria, las capitulaciones ante las potencias extranjeras, la venta de petróleo a Israel. Hacia finales de 1960 Jomeini cambiaría el tono para defendiendo la instauración de una república islámica. Sus criticas le valieron ser desterrado a Turquía desde donde se dirigió a Irak.