1/3-Irán en el siglo XX: Una mirada panorámica de la modernización frustrada (1900-1979)
En estos artículos abordaré las principales transformaciones políticas económicas y sociales acontecidas en la antigua Persia, pero que a partir de 1935 sería conocida como Irán o “tierra de los arios”. Para ello utilizaré principalmente un libro que adquirí hace ya más de una década titulado “Iran between two revolutions” (1983) del académico Ervand Abrahamian. El autor nació en Teherán en 1940 y cursó sus estudios en Inglaterra (Universidad de Oxford) y Estados Unidos (Universidad y Columbia) y, actualmente es “Distiguished Professor” de Historia y Política de Irán y Oriente Medio en el Baruch College en la City University de Nueva York (CUNY).
En su libro el autor aborda las dos revoluciones experimentadas por irán en el siglo XX. La primera fue la de 1905-1909 inspiradas por ideologías europeas tales como el liberalismo, el nacionalismo, el constitucionalismo y el socialismo. La segunda fue la de 1977-1979 que trajo al poder a los clérigos chiitas al poder bajo el liderazgo del Ayatolá Jomeini.
El objetivo del presente artículo es arrojar luces sobre este país y cómo llegó a transformarse en una teocracia chiita. Dicho esto, la hoja de ruta cronológica será la siguiente. Comenzaré haciendo una breve referencia a la caída de la dinastía Kayar que gobernó Irán entre los años 1789 y 1925, y la revolución constitucional – iniciada en 1905 – que transformó a Irán, por primera vez, en una monarquía parlamentaria. Posteriormente continuaré con el régimen de Reza Shah (1925-1941) quien ejerció el poder entre los años 1925-1941 y dio origen a la dinastía Pahleví y cómo gradualmente desmontó la monarquía parlamentaria en favor de un régimen autoritario modernizador. Una vez terminado esto pasaremos a examinar con mayor detalle el período que va de 1941 a 1953, en donde, tras la abdicación de Reza Sha, ascendió al poder el hijo de Reza Sha: Mohammad Reza Pahleví (1919-1980).
Este último tuvo que convivir con un resucitado sistema parlamentario que coartó su poder, pero que terminaría por colapsar en 1953 cuando el Sha logró hacerse con el poder derrocando por medio de un golpe de Estado al primer ministro Mohammad Mossadeq. En adelante el Parlamento sería una institución subordinada al poder del Sha. Paso seguido examinaré las principales características del período que va de 1953 hasta la revolución de 1979 que derrocó al sha y en donde Irán se transformaría en una teocracia chiita bajo el liderazgo de Ruholla Jomeini (1902-1989) y que continúa hasta nuestros días bajo su sucesor Alí Jamenei (1939). Así, cerraré este artículo destacando las características principales del chiismo y del pensamiento político de Jomeini.
Comencemos haciendo alusión a la geografía de Irán. Actualmente Irán es un país que limita al oeste con Iraq y Turquía, al noroeste con Armenia y Azerbaiyán, al noreste con Turkmenistán y, por último, al este con Afganistán y Pakistán. El país tiene salida al mar Caspio al norte, y al sur al Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, y ejerce el control de la costa norte del influyente Estrecho de Ormuz. El país cuenta con dos desiertos, el de Kavir y Lut, y dos cadenas montañosas: la de Zagros y Elburz. Como explica Ervand Abrahamian, la geografía física estableció las bases del mosaico social de Irán. La falta de ríos y lagos navegables, y la presencia de un vasto desierto central rodeado de montañas fragmentaron a la población en aldeas y pueblos aisladas y tribus nómadas.
Añade que los aldeanos, que constituían el 55% de la población en la década de 1850, vivían en 10.000 asentamientos. Además, debemos tener en consideración los diversos grupos étnicos que habitaban el territorio: iraníes, persas, kurdos, baluchíes, mazandaraníes, guilakíes, bajtiaríes, luros, talyshies, afganos y hazaras entre otros. Así, la historia de Irán es también la de la construcción de un Estado-nación a partir de una realidad en donde no existía el concepto de nación – tal como ocurrió a la mayor parte de los Estado-nación modernos. La historia de irán es también, y al igual que otras muchas naciones, la de la tensión entre modernidad y tradición, y secularismo y religión.
Continuemos ahora con la dinastía Kayar, una tribu túrquica que migró desde Asia central hacia Medio Oriente durante el siglo XIV y que, como afirma Abrahamian, recién en el siglo XVI hicieron su aparición en la escena política de Irán. Ahora bien, previo a que se convirtieran en una dinastía reinante, Irán ya había estado bajo el dominio del imperio saváfida (1501-1736) que estableció el islam chiita, el imperio afsárida (1736-1796), que llegó a convivir con otra dinastía Zand (1750-1794).
La dinastía Kayar, de acuerdo con Abrahamián, a pesar de gobernar por más de cien años, fracasó en establecer una burocracia estatal centralizada que extendiera su poder a lo largo del territorio, lo que significó que las autoridades locales mantuvieran su autonomía administrativa. Añade el mismo autor que esta dinastía también fracasó en crear un ejército permanente, lo que significó que la lealtad de los guerreros estuviera más del lado del clan que del Sha. Por último, Abrahamian afirma que la dinastía Kayar fracasó en obtener un estatus de santidad divina lo que se tradujo en que carecieran de una legitimidad ideológica.
Junto con esto se uniría otra amenaza: la penetración económica extranjera y las nuevas ideas provenientes de Occidente durante la segunda mitad del siglo XIX. La primera amenaza – la económica – estaba representada por los imperios británico y el ruso. Tras disputas territoriales y firma de tratados, la dinastía gobernante tuvo que pagar una indemnización a los rusos de 3.000.000 de libras esterlinas y capitulaciones comerciales. Estas últimas permitieron a estas dos potencias abrir oficinas consulares y comerciales donde quisieran, y en donde sus comerciantes quedarían exentos de pago de pago de impuestos internos, restricciones para trasladarse dentro del territorio y no verse afectados por la ley islámica o Sharía.
Lo anterior, afirma el historiador, daría comienzo a la penetración económica que tensionaría el ambiente dentro del territorio. Las importaciones– que incluían te, vidrió, azúcar, especias y productos textiles fabricados en masa – aumentaron de 2.000.000 de libras esterlinas (1830) a más de 5.000.000 de libras esterlinas (1900). Por su parte, las exportaciones – que incluían algodón, seda, trigo, tabaco, pieles y alfombras – aumentaron en el mismo período de 2.000.000 de libras esterlinas a 3.800.000 de libras esterlinas.
¿Por qué generó esto tensiones en Irán? Siguiendo a Abrahamian, la clase media se vio indefensa frente a los competidores extranjeros y frente a una dinastía que estaba más preocupada de fortalecer al Estado a expensas de la sociedad. Esta situación significó que la población, especialmente los artesanos urbanos y las masas rurales vean una erosión de sus estándares de vida producto de la competencia extranjera. En 1891-1892 se produjo la “crisis del tabaco”, cuando el Sha realizó una concesión a un británico lo que le dio el control monopólico de la producción (por 50 años), venta y exportación de tabaco iraní. A cambio, el británico debía dar un pago de 25.000 libras esterlinas al sha, una renta anual de 15.000 libras esterlinas al Estado y un 25% de las ganancias a Irán.
Esto movilizó a los importantes “bazares”, generando protestas y huelgas en Teherán, Isfahán, Tabriz, Mashad, Qazvín, Yazd y Kermanshah. Incluso se emitió una fatwa en contra del uso del tabaco lo que finalmente llevó al Sha a anular la concesión y compensar a los británicos lo cual puso presión a las arcas del imperio. Ahora bien, estas concesiones y las relaciones con potencias extranjeras continuarían bajo otros líderes. Por ejemplo, bajo el mandato de Mozaffareddín Shah Qayar hubo concesiones para la explotación de petróleo, derechos de cobrar peajes viales al Imperial Bank of Britain, obtuvo un préstamo de Francia de 200.000 libras esterlinas para comprar armas y un préstamo de 3.000.000 de libras esterlinas de Rusia para pagar deudas pasadas.
Mozaffareddín Shah Qayar. Gobernó entre 1896-1907
Como señalé, otra fuerza desestabilizadora fueron las ideas políticas provenientes de Occidente que introdujeron no solamente nuevos conceptos, sino que también nuevas aspiraciones, nuevas exigencias y ocupaciones como los intelectuales educados y críticos (“intelligentsia”). Estos últimos, añade el mismo autor, ya no apelaban al derecho divino de los reyes, sino que a los derechos inalienables del hombre. Tampoco defendían las bondades del despotismo, sino que defendían los principios del liberalismo, el nacionalismo e incluso el socialismo. En palabras de Abrahamian para esta nueva y moderna intelligentsia la única manera de establecer un Irán fuerte, moderno y desarrollado era por medio del nacionalismo – que erradicaría los tentáculos explotadores del imperialismo – el secularismo – que eliminaría la influencia del clero y, por último, el constitucionalismo – que destruiría el poder reaccionario del monarca.
Finalmente, esta tensión acumulada encontraría su válvula de escape en 1905 cuando Irán fue afectada por una crisis económica producto de las malas cosechas y una disrupción en el comercio debido a una epidemia de cólera, la guerra ruso-japonesa y la revolución en San Petersburgo, lo que produjo un aumento del precio de los alimentos. De acuerdo con Abrahamian, en los primeros tres meses de ese año el precio del azúcar subió un 33% y el del trigo un 90% en Teherán, Tabriz, Rahst y Mashad. Por su parte, el gobierno al ver mermado sus ingresos aduaneros, las solicitudes de préstamos rechazadas y el alza en el costo de la vida, decidió aumentar las tarifas a los comerciantes nativos y aplazó el pago de préstamos a prestatarios locales.
Finalmente, las protestas que se extendieron ese año y en 1906 terminaron por hacer ceder a la autocracia para que convocara una Asamblea Nacional Constituyente. Esta fue rápidamente convocada en Teherán y tenía como objetivo formular una ley electoral para la Asamblea Nacional. En este proceso participaron mercaderes, clérigos y representantes de gremios de los bazares de Teherán. Una vez abierta en octubre los diputados comenzaron a redactar una Constitución que salvaguardara, en primer lugar, el rol del Parlamento (Majles). En lo que respecta a la estructura del gobierno, la Asamblea Nacional trabajó con una traducción de la Constitución belga, estableciendo así un sistema parlamentario de gobierno. Ahora bien, realizaron adaptaciones a la realidad iraní, por ejemplo, reconocieron la existencia de consejos regionales a los cuales dotaron con atribuciones tales como supervisar aquellas reformas vinculadas con el interés público. También se consideró la relevancia de la religión por lo que el poder judicial fue dividido entre tribunales civiles y cortes eclesiásticas.
En el documento final había una carta de derechos en donde se garantizaba la igualdad ante la ley, se protegía la vida, la propiedad, el honor, salvaguardias contra los arrestos arbitrarios y libertad de prensa y asociación. En una segunda sección, si bien se reconocía la división de poderes del Estado, existía una concentración de poder en la rama legislativa a expensas del ejecutivo. La legislatura tendría diversas atribuciones – además de la que es propia – como nombrar, investigar y remover al primer ministro, ministros y gabinetes. No era de extrañar que el Sha no estuviese de acuerdo con esta nueva situación ya que su poder se vio menoscabado. Es por ello por lo que se negó a ratificar las Leyes Fundamentales Suplementarias. Pero tras protestas y huelgas, y el asesinato del primer ministro Amin al-Sultan, el Sha cedió.
Por primera vez Irán tendría su primera Constitución: la de 1906. Como podemos leer en el Foundation for Iranian Studies, la Constitución habla de “Persia” (en 1935 cambiaría de nombre) y tiene un tono religioso ya que comienza con “En el nombre de Dios, el Misericordioso, el Perdonador”. En las leyes fundamentales complementarias del 7 de octubre de 1907 se establece en el artículo 1 que la religión oficial de “Persia” es el islam y que ninguna disposición del majles pueden estar en desacuerdo con las sagradas reglas del Islam. Le corresponde a los ulemas determinar si las leyes que se propongan se ajustan o no a las normas del Islam.
Junto con lo anterior se establece que la capital es Teherán, la bandera es tricolor – verde, blanco y rojo – y con el emblema del león y el Sol. Los artículos 8 al 25 hacen referencia a los derechos de los ciudadanos: igualdad ante la ley, protección de la propiedad, respeto del debido proceso, libertad de publicación (salvo escritos “heréticos” que atentaran contra la religión), protección de la privacidad de la correspondencia por correo y telegráfica, etc.
Los artículos 26 al 29 hacen referencia a la estructura del poder. Podemos leer en artículo 26 podemos leer que los poderes del Reino emanan del pueblo, y la Ley Fundamental regula el ejercicio de esos poderes. En el artículo 27 se establece que existen tres poderes del Estado – Ejecutivo (Rey), Legislativo y Judicial –
Volviendo a los hechos acontecidos en aquellos años, tenemos que el Sha cedió, los constitucionalistas aún no habían ganado la partida puesto que el parlamento comenzó a ser atacado desde distintos flancos y, por lo demás, estas nuevas ideas provenientes de Occidente eran ajenas para la mayoría de la población rural. Sumado a esto, aquellos grupos que demandaban profundizar el proceso de secularización se ganaron la hostilidad de clérigos opositores y las medidas de mayor austeridad los enemistó con funcionarios de la corte. Finalmente, bajo el mandato de Mohammad Alí Shah Qayar, los realistas y la brigada Cosaca bajo el liderazgo del coronel Liakhoff bombardeó el parlamento y se hizo con el control de Teherán. Pero las protestas emergieron en otras localidades y el grueso de la resistencia estuvo en Tabriz.
No obstante, lo anterior, el bando realista no logró imponerse debido a que la oposición constitucionalista se opuso en distintas regiones y, tras enfrentamientos entre fuerzas realistas y milicias constitucionalistas, estas últimas obtuvieron la victoria. En 1909 los constitucionalistas lograron la victoria y el Sha tuvo que huir al exilio a Rusia, sucediéndolo su hijo de 11 años, un consejo de regencia y se restableció el poder del Majles. El período que va de 1909 a 1925 estuvo marcado por la inestabilidad y la dependencia e injerencia de potencias extranjeras.
En 1911 el parlamento fue disuelto por los rusos que invadieron por el norte. Entre otras razones, los rusos se opusieron a las reformas tributarias tomadas por un asesor financiero estadounidense, Morgan Shuster, puesto que, entre otras cosas, afectaban a caudillos protegidos por los rusos, El punto es que los rusos enviaron un ultimátum ante el cual los políticos iraníes se opusieron, pero fueron sometidos a la fuerza.
Hubo protestas y muertos, pero, como afirma Abrahamian, la resistencia produjo mártires, pero no victorias. Así, el autor afirma que irán tuvo que resignarse a un sombrío futuro de estancamiento interno y ocupación extranjera. Durante la Primera Guerra Mundial Irán fue ocupada por británicos, rusos y otomanos. Ahora bien, tras finalizar la guerra, el imperio turco había dejado de existir y el imperio ruso había sido derrocado por los bolcheviques. Tras la guerra, en Irán el poder estaba atomizado por lo que el poder del Sha no era efectivo ya que el este residía en caudillos locales y líderes tribales.
Es dentro de este contexto que entra en escena Reza Khan. Como señala Abrahamian, Reza Khan provenía de una familia militar de Mazandarán que ascendió dentro de las filas militares llegando a estar a cargo de una Brigada Cosaca en Qazvín integrada por tres mil hombres junto con los cuales marchó hacia Teherán. Para ello se ganó el favor de oficiales de gendarmería y de un periodista quien mantenía buenas relaciones con la misión militar británica en la ciudad: Sayyid Ziya Tabatabai. Finalmente dio el golpe de Estado y Reza Khan escalaría en el poder siendo, en primer lugar, ministro de guerra y, posteriormente, primer ministro. Así, Reza Khan iniciaría un proceso de reconstrucción de Irán, centralización del poder y fortalecimiento del ejército. Junto con esto, en 1935 el Sha instó a los demás países con. Los cuales mantenía relaciones a que ahora se refirieran a su país como “Irán” (tierra de los arios) y no Persia.
Como explica Abrahamian, Reza Khan y Sayyid Ziya proclamaron que iniciarían una era de renacimiento nacional poniendo fin a la desintegración interna, implementando una transformación social y salvando al país de la ocupación extranjera. Para ello firmaron un tratado de amistad con el nuevo régimen soviético lo que significó que cualquier asunto pendiente de Irán con el régimen zarista quedaba cancelado. Reza Khan tuvo que también combatir con facciones tribales y, para ello, unió siete mil cosacos con doce mil gendarmes el cual fue financiado con impuestos indirectos e ingresos provenientes de las tierras del Estado.
Finalmente, en 1925 da el paso decisivo de remover del poder al último Sha de la dinastía Kayar: Ahmad Shah Qayar (1898-1930) quien desde 1923 se encontraba en Francia. Reza Khan sería coronado en abril de 1926 pasando ahora a ser Reza Sha. De acuerdo con Abrahamian, su éxito no se debió únicamente a la fuerza, la violencia y a conspiraciones, puesto que también jugó un rol clave su política de alianzas con grupos de la cuarta Asamblea Nacional (1921-1923) y quinta Asamblea Nacional (1924-1926). Tales grupos estaban formados por cuatro partidos políticos: Partido del Renacimiento, Partido Reformista, Partido Socialista y Partido Comunista.
Ahmad Shah Qayar
https://farahpahlavi.org/reza-shah-pahlavi/
Abrahamian explica que el poder de Reza Sha descansaba en tres pilares. El primero era el ejército lo que significó destinar una parte significativa del presupuesto a fortalecer ese pilar. El segundo pilar era la burocracia, es decir, un “ejército” de funcionarios públicos y tecnócratas que, como señala el historiador, buscaba que la mano del Estado llegase desde la capital a los pueblos provinciales y aldeas. El tercer pilar era el clientelismo y favores a aquellos sectores cercanos a la corte del Sha. Reza Sha manejaba la política elaborando listas de candidatos para diversos puestos, por lo que el parlamento dejó de ser una institución significativa. También implementó otras medidas autoritarias como el cierre de periódicos independientes, despojó a los diputados de su inmunidad parlamentaria, suprimió los sindicatos y organizaciones laborales, y destruyó a los partidos políticos, llevándose la peor parte el Partido Comunista.
Una vez consolidado su poder, Reza Sha comenzó con su programa transformador. De acuerdo con Abrahamian, en algunos aspectos, Reza Sha se asemejaba al padre de la Turquía moderna: Mustafá Kemal Atatürk (1881-1938). Ambos buscaron transformar sus naciones tradicionalmente multiculturales en Estados-nación con una población homogénea. Sumado a esto, ambos asociaban la “modernización” con “occidentalización”, aspiraban a liberar a sus naciones de la injerencia extranjera, a liberar a la mujer de la opresión religiosa y consideraban que este proceso de modernización no podía realizarse sin un sistema político autoritario. Sin embargo, en otros aspectos se diferenciaban ya que mientras que Atatürk contaba con un partido (Partido Republicano del Pueblo) y era apoyado por la intelligentsia y la sociedad civil, Reza Sha careció de esto, es decir, de una base sólida en la sociedad civil.