2/4-China, Mao y el “Gran Salto Adelante” (por Jan Doxrud)
Jonathan D. Spence señala en su libro, “En busca de la China moderna”, que la campaña de las cien flores no fue un simple complot de Mao para desenmascarar a los derechistas ocultos. Para el autor, esta constituyó un “movimiento confuso que no dio resultados definitivos y que nació de actitudes opuestas en el seno de la dirección del PCCh”. Añade Spence que lo medular de la discusión fue el ritmo y el tipo de desarrollo que más le convenía a China. Sería de esta discusión y debate surgiría lo que examinaremos posteriormente: el “Gran Salto Adelante”. Este no fue un “Segundo Plan Quinquenal” sino que una campaña política y económica.
Short explica que, tras el fracaso de la política económica, Mao deseó retornar a la otrora y ya probada movilización de masas implementado durante el proceso de colectivización. Esta idea sería la semilla del “Gran Salto Adelante”. Al parecer el lanzamiento del Sputnik por parte de la Unión Soviética junto con las palabras de Jrushchov de que superaría a Occidente en la producción lechera y cárnica entusiasmo a Mao. Como afirma Spence, Mao creía en la posibilidad del crecimiento sostenido mediante la mera movilización de la voluntad y energías de las masas especialmente “cuando eran liberadas de los efectos restrictivos de la planificación demasiado prudente y una burocracia apoltronada”.
El líder chino se encontraba en la Conferencia de los Partidos Comunistas del Mundo en Moscú en donde escuchó a Jrushchov decir que superar a Estados Unidos en la producción de hierro, acero, energía eléctrica, aceite y otros bienes de consumo en un plazo de 15 años. Por su parte, Mao no se quedó atrás y afirmó que superaría a Gran Bretaña en un plazo de 15 años. Para ello, China necesitaba avanzar a pasos agigantados en materia económica y es aquí donde llegamos al ya mencionado “gran salto adelante”.
A comienzos de enero de 1958 Mao expuso la idea de la revolución ininterrumpida en virtud de la cual la revolución socialista (colectivización de los medios de producción) sería culminada con otra revolución en los ámbitos ideológico, político y tecnológico. Short explica que, a finales de la primavera de 1950, Mao vivía “un punto álgido en su euforia”, de acuerdo con la cual avisoraba un brillante futuro producto del esfuerzo unido de los millones de chinos. Fue en el Octavo Congreso celebrado en mayo de 1958 donde Mao lanzó el “Gran Salto”.
Ese mismo mes, Short escribe que el líder chino aumentó la cuota de producción de acero, pasando los seis a ocho millones de toneladas. Junto con esto, disminuyó a la mitad el lapso de tiempo necesario para superar a Gran Bretaña, fijándolo en siete años, y quince años para realizar lo mismo con Estados Unidos.
Añade el mismo autor que, para el de 1958, se estimó que la producción de acero ascendería hasta la cifra de diez millones setecientas mil toneladas. Tres semanas después se estimó que subiría hasta los 11 o 12 millones. Mao preveía que en 1959 la producción anual de acero sería de treinta millones, lo que significaría superar superando a Gran Bretaña. No siendo esto suficiente, para el año 1960 China superaría a la Unión Soviética con una producción de 60 millones y en 1962 superaría a Estados Unidos con una producción de 100 milllones. El mismo optimismo se mostraba en relación con la producción de grano. Sobre este ambiente de euforia y falta de sentido de la realidad comenta Short:
“¿Cómo Mao, quien para llegar al poder había dedicado toda su vida adulta a realizar juicios rigurosamente calibrados sobre lo que era y lo que no era posible, pudo suspender repentinamente todos los criterios racionales para arriesgarse en un sueño utópico que incluso la reflexión más sumaria debería haber mostrado que era imposible?”
El mismo autor responde que el catalizador fue, como ya mencioné, el lanzamiento del Sputnik que para el líder chino representó las infinitas posibilidades que abrían la ciencia y la tecniología. Sin embargo, la fascinación de Mao por la ciencia no había que entenderlo en un sentido moderno puesto que, como da a entender Short, no sabía de ciencia y, más bine, utilizaba ciertas ideas científicas para confirmar sus postulados ideológicas. En palabras de Short:
“La ciencia moderna, al igual que la industria moderna, era una importación reciente y ajena, sin raíces en la cultura china, y Mao admitía sin rubor que no sabía nada de ninguna de aquellas dos disciplinas. Se limitó a tomar el concepto: la perspectiva de un progreso ilimitado a través de la revolución técnica”.
Nikita Jrushchov y el lanzamiento del Sputnik
Ninguno de sus colaboradores cercanos se atrevió a desafiar a Mao, de manera que este último comenzó a diseñar su gran proyecto que tenía como objetivo no solo cerrar la brecha con las potencias de aquel entonces, sino que también superarlas. Mao comenzó a idear un nuevo concepto para su nuevo proyecto que llevaría a China a una sociedad comunsita. Comos afrima Short, Mao creó la idea de una “gran comuna” – nombre inspirado en la Comuna de París de 1871 – la cual combinaría el comercio, la agricultura, la industria, la educación y la autodefensa.
Así, este concepto pasaría a formar parte del dogma maoísta y, de acuerdo con el Politburó, sería “la mejor forma para edificar el socialismo y la paulatina transición hacia el comunismo”. La comuna se transformaría en la unidad básica de la sociedad rural y, como afrima Short, de acuerdo con Mao todo sería designado con el nombre de comuna desde las fábricas hasta las ciudades.
Short cita las palabra sdel jefe de la policía secreta de Mao – Kang Sheng – para quien el comunismo era el paraíso y las comunas populares constituían el camino para llegar a este. El mismo Mao comenzó a entrar cada vez más en el mundo de la utopía cortando amarras así con el mundo real. El líder chino llegó a afirmar que el comunismo consistía en alimentarse en comedores públicos sin tener que pagar por ellos y que, cuando llegara el momento, el dinero quedaría abolido.
Comenzó así nuevamente una masiva movilización de cientos de millones de chinos para que se sometieran a los dos designios y experimentos sociales de su líder. Estas personas que aun lidiaban con la adaptación a las cooperativas ahora se encontraron que pertenecían a un “renmin gongshe” u “organizaciones comunes del pueblo”.
Mao (izquierda) y Kang Sheng (derecha)
Como explica Short, los campesinos tuvieron que compartir sus infortunios y riquezas conm miles de extraños que habían sido repartidos a lo largo de los pueblos. Esto fue especialmente traumático para las familias más ricas las cuales perdieron todas sus posesiones ya sea terrenos o ganado. Añade Short que las familias fueron obligados a entregar sus enseres de cocina, se pormovieron “casqs de felicidad” para ancianos, internados de infancia y se exigió a los padres que abandonara apegos emocionales propios de la burguesía para que pudieran abrazar el estilo de vida colectivizado y militarizado. Así se implementó una política coercitiva que no solo distorsionaba el sistema de incentivos de las personas (creer ingenuamente que los incentivos materiales eran superfluos) sino que iba en contra de la propia naturaleza humana que Mao negaba que existiera.
¿Cuál era el principal objetivo del “Gran Salto”? Eran principlamente 2: aumentar la producción de acero y grano. En lo que respecta al acero, se incentivó – y a otros – forzó a que se usaran “hornos de patio trasero” para fabricar el acero. Estamos así, y al igual que la Unión Soviética, en una industrialización forzada top-down, pero que estaba destinada al fracaso puesto que la realidad terminaría por imponerse a la ideología y voluntarismo de Mao. Short cita casos de extranjeros que se hallaban en ese momento en el país. Por ejemplo, el periodista y lingüista chino – y miembro del PCCH – Sidney Rittenberg (1921-2019), se mostraba entusiasmado con lo que estaba observando:
“Cada colina, cada campo (…) reluce con la luz de los hornos caseros que producen acero en lugares donde hasta entonces no se había fabricado ni un dedal de metal”.
Sin embargo habían otro extranjeros comunistas más realistas, como fue el caso de Albert Belhomme. Este fue testigo de cómo los miembros de los comités de barrio entraban en las casas y confiscaban todo aquellos que sirviera para fabricar acero: ollas, calderos e incluso las cerraduras de las puertas. Por su parte Dikötter explica que durante el pleno que se llevó a cabo en Lu Shan en el verano de 1961, Li Yinquing, secretario de la región meridional-central afirmó que 140.000 toneladas de aperos de labranza se habían arrojado a los hornso de la provincia modelo de Henan. Otro extranjero, citado por Short, fue testigo de como algunos habían aprendido a fabricar acero al leer un artículos de un periódico. Junto con esto añade Short: “En Pekín, las fábricas, las oficinas gubernamentales, las universidades e incluso las asociaciones de escritores crearon primitivas fundiciones”.
De acuerdo con el mismo autor, en septiembre de 1958 el 14% de la producción de acero provenía los pequeños hornos locales y en octubre alcanzó el 49%, pero el costo de oportunidad fue que noventa millones de personas abandonaran sus tareas habituales para destinar sus esfuerzos a la producción de acero. Esto último se tadujo en escasez de mano de obra agrícola lo cual tuvi un impacto negativo en las cosechas de octubre.
Es por ello que en ese mes se enviaron, que incluían estudiantes y personal no esencial a trabajar el campo, lo que significó el cierre de escuelas (nuevamente un alto costo de oportunidad producto de una decisión). Otra decisión perjudicial derivado de lo anterior fue el abandonar el programa de control de natalidad ya que la labranza de la tierra requería de una gran cantidad de mano de obra. Mao afrimó en el Comité Central reunido en Wuhan que la producción de trigo alcanzaría nada mas ni nada menos que 130 millones de toneladas las cual, como señala Short, duplicaba “con mucho las mejor de las cosechas jamás habidas”.
Una prueba que raya en lo demencial de este voluntarismo fue el intento de Mao someter a la naturaleza misma a los dictados de la ideología. En palabras de Dikötter, Moa se encontraba fascinado por el pdoer de las masas de imponerse a la naturaleza, por lo que en 1958 ordenó la eliminación de las ratas, gorriones, mosquitos y moscas. Los gorriones sacaron la peor parte puesto que se comían las semillas. Como resultado de este atentado contra los frutos del trabajo humano los chinos comenzaron a cazar gorriones, destruir nidos y matar polluelos.
Como relata Dikötter: “La gente percutía tambores, entrechocaba cazos y tocaba el gong para conseguir que los gorriones no dejaran de volar, hasta que por fin estaban tan exhaustos que caían del cielo”. En Nanjing, añade el historiador, los cebos envenedados mataban a conejos, pollos, patos, corderos y palomas. El problema que emergió es que los gorriones no eran unos meros “contrarrevolucionarios” que robaban el alimento al pueblo, sino que también comían insectos de manera que la casi extinción de esta ave provocó fue que otras plagas arrasaran con las cosechas. Al respecto comenta Dikötter:
“El principal desastre tenía lugar antes de las cosechas, porque nubes de langostas obscurecían el cielo, cubrían los campos bajo un agitado manto y devoraban los cultiuvos”.
Así el historiador explica que en el otoño de 1960 un 60% de los campos en torno a Nanjing padecieron los estragos de los insectos. En el verano de 1961 los insectos infestaron en Xiaogan 13.000 hectáreas y devastaron más de 50.000 en la región de Jingzhou. Para empeorar la situación habpia escasez de incesticida el cual había sido malgastado en el “asalto contra la naturaleza” de 1958-1959.
A lo largo de la primavera de 1959 continuó a paso firme el “Gran Salto” lanzado en Wuhan en diciembre pero, como apunta Short, el movimiento de hornos de patio quedó abandonado “al reconocerse que buena parte d elo que en ellos se fundía era inservible (…)”. A comienzos del verano de 1959 el líder chino tuvo que (nuevamente) rebajar el objetivo de producción de acero de 20 a 13 millones de toneladas y lo mismo sucedería con la producción de grano, cuyas cifras habían sido infladas. Short cita las siguientes palabras de Mao:
“Al igual que un niño juega con el fuego ... y sólo conoce el dolor cuando se quema», reconoció afligido, «del mismo modo, con la construcción económica, hemos declarado la guerra a la naturaleza, como un niño inexperto, desconocedor de la estrategia y la táctica”.
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