1/4-China, Mao y el “Gran Salto Adelante” (por Jan Doxrud)
En estos artículos abordaremos la política conocida como el “Gran Salto Adelante”, la cual fue implementada bajo el liderazgo del líder comunista chino Mao Zedong entre los años 1958 y 1962. En los próximos meses publicaré otros artículos sobre la “Revolución Cultural” y la Modernización de China tras la muerte de Mao y la consolidación en el poder de Deng Xiaoping.
Como veremos, esta política era un fiel reflejo de la personalidad de Mao. Por ejemplo, tenemos su egocentrismo y narcisismo, su mentalidad colectivista basada en clases sociales arbitrariamente designadas que despreciaban al individuo y al ser humano que se encontraba detrás de esas rígidas categorías. También demostraban cuan reñido estaba su pensamiento con el mundo real lo que lo llevó a implementar políticas económicas absurdas, pero que también obedecía a su completa ignorancia respecto a aquella disciplina denominada economía.
De acuerdo con Mao los chinos tenían la peculiaridad de ser pobres y “estar en blanco”. Con respecto a esto último, Mao se adhería a la idea de la tabula rasa, pero la aplicaba no solo a los recién nacidos, sino que también al resto de la población. Así, la sociedad era una mera más amorfa y maleable que podía ser manipulada por medio de la ingeniería social de los lideres comunistas. Philip Short en su biografía de Mao cita las palabras del líder chino
“En una hoja de papel en blanco no hay borrones, de modo que se pueden escribir las palabras más nuevas y bellas, se pueden dibujar los más novedosos y hermosos dibujos”.
Si el psicópata es una persona caracterizada – entre otros aspectos – por ser un mentiroso compulsivo, un manipulador, un encantador superficial, un promiscuo sexual y por carecer de empatía, ciertamente Mao Zedong es la encarnación perfecta. No es de extrañar, por ende, que sus políticas como la que ahora examinaremos, así como la Revolución Cultural, que abordaré en otros artículos, tuvieron resultados nefastos. Como afirmó en una entrevista el historiador Yang Jisheng, toda la sociedad china cayó en una especie indescriptible y que la llevó a su propia destrucción.
A comienzos de la década de 1950 continuaban las discusiones en torno al ritmo que las políticas económicas debían implementarse en las zonas rurales. El objetivo era claro, instaurar el socialismo y colectivización para transitar a una futura sociedad comunista. Ya se había aplicado el Primer Plan Quinquenal (1953-1957) siguiendo el modelo soviético de planificación centralizada. El problema, tal como señala Philip Short, es que el mismo líder chino reconoció que los campesinos querían ser libres, “pero nosotros queremos el socialismo” (este plan implicaba la colectivización en zonas rurales)
Como señala el mismo autor, el problema es que la economía no era una de las virtudes de Mao y, podemos añadir, tampoco era la de sus colaboradores. Mao ya contaba con el precedente soviético y sus políticas de industrialización forzada y colectivización coactiva en donde los campesinos perdieron todo lo que alguna vez les perteneció. El otro objetivo era el de autosuficiencia. En palabras de Short:
“La insistencia de Mao en la autosuficiencia era consecuencia del sistema de economía campesina en que había sido educado, ratificado por su experiencia en las regiones base, sujetas a la amenaza constante del bloqueo enemigo. La autarquía, tanto a nivel provincial como nacional, era un dogma de fe”.
China recibió ayuda de la Unión Soviética de Stalin, pero, como afirma Short, se alejó de esta en algunos aspectos, como el tomar distancia de las colectivizaciones forzadas en favor de un enfoque voluntario y gradual. Por ejemplo, se podía incentivar a los campesinos a formar equipos de ayuda mutua, mancomunar animales, mano de obra y herramientas. Junto con estos equipos estaban las cooperativas de bajo nivel en donde sus miembros eran remunerados en función de la cantidad de tierras y trabajo habían aportado.
Añade Short que también se incentivó la creación de cooperativas de productores agrícolas de alto nivel, en donde las tierras y equipamientos se convertían en propiedad colectiva del pueblo, y en donde sus miembros eran remunerados en base a su trabajo.
Así, el péndulo parecía dirigirse hacia la gradualidad y voluntariedad, pero tal enfoque no mantendría constante. En la misma cúpula existían discrepancias como fue el caso de la tensión entre el ministro de Hacienda Bo Yibo (1908-2007) – contrario a la aceleración de la colectivización – y el ambicioso Gao Gang (1905-1954), miembro del Comité Central y presidente de la Comisión Estatal de Planificación.
Finalmente, tras apoyarlo en un comienzo, Mao llevó a cabo una purga que significó el arresto de Gao Gang quien finalmente se suicidó. Volviendo a la estrategia que había que aplicar en el campo, Short afirma que el instinto le sugería a Mao avanzar más rápido, pero sucedía que cuando se forzaba el ritmo, los funcionarios locales ejercían una coacción sobre la población lo que tenía como resultado la formación de cooperativas mal preparadas.
Ahora bien, cuando había señales de surgimiento de “capitalismo espontáneo”, en donde campesinos contrataban mano de obra, compraban y vendían tierras y realizaban préstamos dinero, entonces la colectivización volvía a hacer acto de presencia. Pero, como afirma Short, cuando se imponía la colectivización sucedían una serie de hechos que hacían del remedio un mal como fue el caso de sacrificio de animales en lugar de compartirlos con otros vecinos pobres. Así, en la primera mitad de la década de 1950 se dieron estos vaivenes que condicionaban la política que debía aplicar el gobierno y que buscaban la aparición de lo que consideraban signos capitalistas en las zonas rurales.
De acuerdo con Short, en julio de 1955, 17 millones de familias pertenecían a las cooperativas de productores agrícolas y seis meses después la cifra alcanzó 75 millones, es decir, el 63% de la población agrícola. Así hacia el año 1956 solo el 3% de los campesinos trabajaban individualmente lo que significó, siguiendo a Short, que la transformación socialista de la agricultura lograra su objetivo con 15 años de antelación, puesto que estaba contemplada para el año 1971. Sin embargo, este fue un éxito más bien ideológico que económico puesto que Mao y sus colaboradores que el éxito y el cumplimiento de los objetivos propuestos dependería de la voluntad. Short explica que la colectivización no solo terminó por agotar las energías de toda una generación de campesinos, sino que causó un retroceso en la sociedad rural al distorsionar los incentivos de la población.
Un acontecimiento relevante que aconteció fuera de China fue el famoso discurso “secreto” de Nikita Jrushchov – sucesor de Malenkov quien, a su vez, había sucedido a Stalin – en donde planteó una serie de ideas con las cuales Mao no se mostró de acuerdo. Concretamente el distanciamiento ideológico sería causado por la idea de una “coexistencia pacífica” con el mundo capitalista, la vía parlamentaria hacia el socialismo y la crítica realizada a la figura de Stalin. Así, si bien las relaciones con Stalin no habían sido las más cordiales, el ascenso de Jrushchov marcaría un gradual alejamiento entre ambas naciones socialistas, aunque, como señala Short, para el año 1957 nada hacía presagiar una ruptura.
Volviendo a 1956, Short explica que Mao vio la necesidad de descentralizar el poder en una China que ya gozaba de paz. A esto se sumó el deseo de ciertos sectores – como intelectuales, ingenieros y científicos – de una mayor libertad. Así, durante el verano de 1956 se experimentó un breve período de mayor distensión política interna, pero la crisis en Polonia y Hungría en ese mismo año hizo que la dictadura china se pusiera en alerta.
Nikita Jrushchov y la imagen de Stalin atrás
En resumen, en ambos países europeos hubo levantamientos en contra del sistema imperante y Mao sacó algunas conclusiones al respecto. En primer lugar, afirmó que en aquellos dos países el partido no había eliminado a los contrarrevolucionarios. En segundo lugar, advirtió sobre el peligro de la burocratización y el distanciamiento del partido respecto al pueblo. Short cita las siguientes palabras de Mao:
“Debemos estar vigilantes, y no debemos permitir que se desarrolle un estilo de trabajo burocrático. No debemos contribuir a formar una democracia disociada del pueblo. La actitud de las masas está plenamente justificada cuando expulsan a los que siguen los métodos burocráticos…Creo que lo mejor es destituir a este tipo de personas, tienen que ser depuestas”.
Esta postura sentaría las bases de lo que se conocería como la “campaña de las cien flores”, un antecedente del “Gran Salto Adelante”. Como explica Short, esta campaña fue “el intento más ambicioso acometido por un país comunista de combinar un sistema totalitario con restricciones y contrapesos democráticos”. La idea es que las personas fueran libres de dar rienda suelta a sus opiniones, es decir, instaurar el libre mercado de ideas competitivas (“florecimiento y competencia” en la jerga maoísta). Ahora bien, en un comienzo hubo desconfianza por parte de muchos de expresar lo que realmente opinaban del partido, el gobierno, de Mao y sus políticas. Mao señaló lo siguiente el 12 de marzo de 1957:
“El nuestro es un Poder democrático popular, y esto asegura un ambiente propicio para escribir en interés del pueblo. La política de "Que se abran cien flores y que compitan cien escuelas" ofrece nuevas garantías para el florecimiento de la ciencia y el arte. Si lo que usted escribe es correcto, no tiene por qué temer a la crítica y, a través del debate, puede aclarar aún más sus correctos puntos de vista. Si, en cambio, lo que escribo es erróneo, la crítica puede ayudarle a corregir, y en eso no hay nada de malo. En nuestra sociedad, la crítica y la contracrítica revolucionarias y combativas constituyen un método eficaz para poner al descubierto las contradicciones y resolverlas, desarrollar la ciencia y el arte y asegurar el éxito en todo nuestro trabajo”[1].
Algunas de las críticas citadas por Short fue la de que los comunistas, en un comienzo recibidos como libertadores por los intelectuales en 1949, terminaron por convertirse en una “nueva clase burocrática que monopolizaba el poder y los privilegios y que se había alejado de las masas”. Otros no comunistas acusaban a los comunistas de crear una nueva “aristocracia divorciada del pueblo”, mientras que Chu Anping – editor de un influyente periódico – fue más allá afirmando que los comunistas habían transformado al país en un “dominio familiar, pintado todo con el mismo lector”.
Un profesor aseveró que los miembros del PCCh se comportaban como una “raza aparte” mientras que un catedrático de economía decía: “Los miembros y cuadros del partido que en el pasado no tenían ni zapatos viajan ahora en vagones de lujo y llevan uniformes de lana (…)”. El mismo académico advertía que los 600 millones de habitantes no pertenecían al PCCh y que si este último no trabajaba satisfactoriamente, las masas los derrocarían o asesinarían, lo cual sería un acto de patriotismo. Concluía la misma persona: “La caída del Partido Comunista no significará la caída de China”. La joven estudiante, activista y disidente Lin Xiling (1935-2009) acusaba al PCCH de “socialismo feudal” y reclamó la puesta en marcha de reforma radicales tendientes a liberalizar el sistema.
Mao se mantuvo por un tiempo firme en su decisión de dejar que las ideas equivocadas de los denominados “revisionistas” no fuesen refutadas, pero la censura a unos pocos pasos. Lo obvio estaba por ocurrir y es que solo se tolerarían aquellas ideas que no se opusieran a la dictadura. Como él mismo afirmó, ya no era necesario lanzar un anzuelo ya que los “derechistas” habían subido hasta la superficie por voluntad propia. Pero estas palabras se mantuvieron en secreto, por lo que sus detractores no se enteraron y las críticas continuaron. De hecho, no fue fácil apagar el fuego que había encendido Mao con su política de las “cien flores” que llevó incluso a estudiantes de la Universidad de Pekín a instalar un “muro de la democracia” que tenía varios carteles y los profesores no cesaron en sus críticas al régimen.
Finalmente, el Diario del Pueblo publicó una acusación contra personas que estaban intentando derrocar al PCCh y destruir el socialismo. En junio el mismo Mao ya hablaba públicamente de que había que separar a las “flores flagrantes” de las “malas hierbas venenosas” lo que significaría el inicio de persecuciones y arrestos. Sobre el fracaso de las “cien flores” comenta Short:
“Pero la fórmula, en términos prácticos, resultó estar abocada al fracaso. A mediados de la década de 1950, Mao estaba tan convencido de la infalibilidad de su propio pensamiento que no lograba comprender por qué, si los ciudadanos gozaban de libertad para pensar por sí mismos, estos pensaban lo que ellos querían, no lo que él quería, por qué, mantuviesen una pizca de independencia intelectual, generaban ideas que él desaprobaba y que tendría necesariamente que suprimir”.
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[1] Discurso ante la Conferencia Nacional del Partido Comunista de China sobre el trabajo de propaganda. Obras Escogidas de Mao (https://www.marxists.org)
