1/6- El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable (por Jan Doxrud)

1) El Cisne Negro El impacto de lo altamente improbable (por Jan Doxrud)

“Observemos que el Cisne Negro procede de nuestra falsa comprensión de la probabilidad de las sorpresas, de esos libros no leídos, porque nos tomamos un poco demasiado en serio lo que sabemos”

(Nassim Nicholas Talen, “El Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable”)

Esta serie de artículos tendrán como hilo conductor el concepto de “Cisne Negro” desarrollado y popularizado por Nassim Nicholas Taleb en el libro titulado con el mismo nombre. A lo largo del escrito examinaremos algunos conceptos de relevancia y haré alusión a otros autores para complementar algunas ideas. Más importante, me referiré en los últimos artículos al caso de los sucesos acontecidos en Chile a partir del 18 de octubre de 2019 para que el lector pueda decidir por su cuenta si estuvimos o no en presencia de un “Cisne Negro”, al igual que el sorpresivo “Acuerdo Nacional” que desembocó en la convocatoria de un plebiscito para redactar una nueva Constitución que, en mi opinión, fue otro Cisne Negro. Lo mismo vale con el “Corona Virus” que comenzó a gestarse en China y a diseminarse a lo largo del mundo.

Acerca del autor, tenemos que Taleb nació en el Líbano, siendo descendiente de griegos ortodoxos. Sus padres eran Nagib Taleb, un oncólogo y hematólogo, y Minerva Ghosn, una investigadora de antropología (cuyo padre y abuelo mantuvieron altos puestos en el gobierno). Fue en Beirut en donde cursó estudios en el  Grand Lycée Franco-Libanais.  Posteriormente cursó sus estudios de bachillerato (en ciencias) en Francia, específicamente en la Universidad de Paris y en Estados Unidos obtuvo un MBA en el Wharton School de la Univesidad de Pennsylvania y, finalmente en Francia, un Doctorado en Ciencias de Administración y Gestión en la Universidad de Paris (Dauphine). Su tesis  versaba sobre la “Microestructura de la cobertura dinámica” que se enfocaba en las matemáticas sobre los precios de los derivados.

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En lo que respecta a su carrera profesional, Taleb se desempeñó en los ámbitos de las matemáticas financieras, la gestión de fondos de riegos y  trader  de derivados financieros. Los  libros más populares (y no técnicos) traducidos al español son “¿Existe la suerte? Las trampas del azar” (2001), “El Cisne Negro. El impacto de lo altamente improbable”  (2007), “El lecho de Procusto. Aforismos filosóficos y prácticos” (2010), “Antifrágil. Las cosas que se benefician del desorden” (2012) y “Jugarse la piel. Asimetrías ocultas en la vida cotidiana” (2019).

Como puede apreciarse, puede resultar complejo clasificar a Taleb, un trader de derivados, un experto en matemáticas financieras pero con un profundo interés en otras áreas como la economía, filosofía, filología, historia y psicología entre otras disciplinas. Sus libros pueden resultar curiosos para el lector no familiarizado, ya que se entremezclan economía, filosofía, matemáticas, ciencias, finanzas, anécdotas, relatos autobiográficos, bromas, ironías, críticas ácidas a otros autores y una serie de neologismos acuñados por el autor. Pero es esta bizarra mescolanza en donde radica el atractivo de estos libros.

Ahora bien, existen ciertos temas medulares en los libros de Taleb que guardan relación con la incertidumbre, el azar, sistemismo, la impredictibilidad y la probabilidad. Es por ello que el autor muestra interés y reivindica figuras escépticas de, como por ejemplo, Sexto Empírico, Al-Ghazali o Montaigne, claro que un escepticismo moderado y no absoluto. También destaca a otros autores como el economista e intelectual Friedrich Hayek (1899-1992), el matemático Benoit Mandelbrot (1924 - 2010), quien acuñó el término “fractal”, o el más desconocido economista de la “incertidumbre” G.L.S Shackle (1903-1992). Estos y otros autores revelaron y enfatizaron ciertos aspectos del mundo que nos rodea y es que el ser humano debe ser humilde y aceptar que no puede imponer orden a la realidad social que es compleja, caer en reduccionismos a la hora de explicarla y creer que tal realidad social puede ser sometidas a diseños y planificaciones dejando de lado la complejidad y el sistemismo.

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No me referiré al  sistemismo  ya que dediqué un artículo al respecto, pero podemos señalar que el mundo, las naciones y las sociedades son sistemas, es decir, son objetos complejos constituidos de partes que se interrelacionan y que de tales interacciones surgen propiedades emergentes que las partes carecen. Por lo demás, tal sistema como el social se compone de otros subsistemas como es el biológico, político, económico y el cultural. Junto a lo anterior tenemos que en una sociedad la causalidad no es mecánica y unidireccional, sino que es uno de tipo sistémica. Así, en estos sistemas la causalidad no es determinista, y es aquí es donde entra un primer concepto: el de “azar”. 

El azar generalmente lo entendemos como algo que ocurre de manera accidental, vale decir, que no está sometida a necesidad o determinismo alguno, lo que se traduce en que no podemos ejercer control ni hacer predicciones. Por su parte, el recientemente fallecido filósofo de la ciencia Mario Bunge (1919-2020)  distingue, al menos,  tres clases diferentes de azar pero a nosotros nos interesa solo uno. Este tipo de azar es el encuentro casual, coincidencia o evento contingente en donde se cruzan dos líneas causales inicialmente independientes. Ejemplo de esto es el encuentro de dos conocidos que se encuentran en el extranjero o las consecuencias no previstas, ya sean benéficas o perjudiciales, de la acción social, tal como fue abordada por el sociólogo estadounidense Robert K. Merton.

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Dentro de esta misma clase de azar tenemos lo que Bunge denomina  como “conjunto de circunstancias”  o la  “oportunidad única e irrepetible”.  Ejemplo de esto es la adaptación biológica que no obedece a plan o diseño de antemano. Lo mismo sucede con algunos descubrimientos científicos que han sido resultado de la suerte como fue el caso de Pasteur y, por qué no, el caso de los sucesos acontecidos en Chile a partir de octubre de 2019.

En lo que respecta a la  probabilidad,  esta sería la medida de la aleatoriedad, del desorden o de la confusión. Si bien hay un grano de verdad en una visión probabilística del mundo, la verdad, de acuerdo a Bunge, es que es un error concebir el mundo  como un “Gran Casino”, puesto que no todos los hechos son contingentes y no todo conocimiento fáctico es probable (los trenes, aviones, autos y bicicletas no funcionan “al azar”). En palabras de filósofo argentino:

“La causalidad y el azar no están solo en la mente, también están en el mundo. Vale decir, algunos procesos reales son causales, otros aleatorios y otros, aun, poseen aspectos tanto causales como estocásticos. O sea, los campos de la causalidad y el azar se superponen parcialmente. Más aún, la causalidad en un nivel puede emerger del azar en otro nivel y viceversa·.”