12/17- ¿La democracia en retroceso? (por Jan Doxrud)

12) ¿La democracia en retroceso? (por Jan Doxrud)

En estos serie artículos dedicado a la democracia (y que son parte de otra serie de artículos sobre el mismo tema), analizaremos las ideas de algunos autores quienes han publicado unos interesantes trabajos que comparten un mensaje central a saber: no debemos dar por sentado que la democracia es el estado natural de las cosas y que esta, dado ciertos factores y circunstancias, puede verse no solamente amenazada sino que suprimida. Para saber más sobre la historia de la democracia y su conceptualización, dejaré al final mis otros artículos dedicados al tema de la democracia.

El escritor húngaro Tzvetan Todorov (1939 - 2017) había advertido en su libro “Los enemigos íntimos de la democracia” (2012) que la democracia generaba en su interior a los enemigos que podían liquidarla. Añadía que luchar contra estos enemigos internos no era fácil, puesto que estas también reivindican el espíritu democrático, de manera que pueden parecer legítimas. Sobre estos enemigos internos de la democracia escribió Todorov:

“(…) parecen menos temibles que los de ayer, que la atacaban desde fuera, no tienen previsto instaurar la dictadura del proletariado, no preparan un golpe de Estado militar y no comenten atentados suicidas en nombre de un dios despiadado. Como se disfrazan de valores democráticos, pueden pasar inadvertidos, pero no por eso dejan de ser un auténtico peligro. Si no les ofrecemos resistencia, algún día acabarán vaciando de contenido este régimen político, y dejarán a las personas desposeídas y deshumanizadas”

Comencemos con el libro al que dedicaremos más palabras, el de Yascha Mounk titulado “El pueblo contra la democracia. Por qué nuestra libertad está en peligro y cómo salvarla” (2018). Mounk es Licenciado en Historia del Trinity College de Cambridge y cuenta con un doctorado en Gobierno de la Universidad de Harvard. En la actualidad el autor es profesor asociado de práctica de asuntos internacionales en la Universidad de Johns Hopkins y asesor principal del Protect Democracy. En su libro, Mounk es claro a la hora de especificar que, lo que él defiende, es la democracia liberal y, por ende, la necesidad de mantener una relación cohesionada entre la democracia y el liberalismo. La democracia liberal, siguiendo a Mounk, es aquella mezcla única que logra compatibilizar los derechos individuales y el gobierno popular. Todorov explicaba que el régimen democrático se define a partir de una serie de características que se combinan entre sí para formar una entidad compleja. La democracia liberal incluye parte del contenido etimológico del concepto mismo (soberanía popular) pero no se agota ahí, puesto que incluye el componente liberal: el respeto de la libertad de los individuos. En palabras del intelectual húngaro:

“(…) no es posible reglamentar la vida en sociedad en nombre de un único principio, ya que el bien de la colectividad no coincide con el del individuo. La relación que se establece entre las dos formas de autonomía, la soberanía del pueblo y la libertad personas, es de mutua limitación: el individuo no debe imponer su voluntad a la comunidad, y ésta no debe inmiscuirse en los asuntos privados de sus ciudadanos”.

Volviendo al libro de Mounk, existen una serie de ideas centrales en el libro. La primera guarda relación con el peligro de lo que denomina como el “momento populista” el cual puede terminar por transformarse en una “era populista” que termine por erosionar la democracia liberal. Una segunda idea clave que desarrolla el autor a lo largo de su libro se encuentra conectada con la anterior: las consecuencias de la divergencia entre liberalismo y democracia. Explica Mounk que liberalismo y democracia no están indisolublemente unidos como se supuso desde la post Segunda Guerra Mundial. Añade el mismo autor “En la actualidad, la voluntad popular choca cada vez más con los derechos individuales y, como resultado, la democracia liberal se está escindiendo en sus partes componentes”.

Más complejo aún resulta ser el hecho de que tanto el liberalismo como la democracia se nos presentan como valores innegociables, es decir, estamos poco dispuestos a renunciar a uno de estos. Frente a esta modalidad de democracia (liberal), el líder populista aspira a crear una democracia iliberal. Tal aspiración comienza con un líder populista que, en un comienzo, se muestra como democrático y respetuoso de la institucionalidad liberal. Pero con el tiempo comienza a prevalecer el elemento democrático por sobre el liberal, lo que se traduce en que el líder busca ser el representante directo del “pueblo” prescindiendo de instituciones tales como el Congreso o Parlamento. En palabras de Mounk:

“Aunque el populismo tiene un elemento auténticamente democrático, también es, a largo plazo, mucho más adverso al respeto de la voluntad popular de lo que dicen sus partidarios. Como cualquiera que haya estudiado los casos de Turquía, Rusia o Venezuela sabe muy bien, el ascenso de hombres fuertes iliberales puede muchas veces ser el preludio de un régimen autocrático: una vez silenciado los medios y abolidas las instituciones independientes, es fácil que los gobernantes iliberales efectúen la transición desde el populismo hasta la dictadura”.

Junto con esto tenemos también aquella otra forma de gobierno en donde prevalece el liberalismo en desmedro de la democracia, lo que da origen a un liberalismo no democrático en donde una élite política y tecnocrática asume las alturas del poder sin incluir y rendir cuentas a los ciudadanos.

En suma, y como apunta el autor hacia el final de la introducción, su objetivo es demostrar que la democracia liberal “se está descomponiendo actualmente en sus partes constitutivas, y que de ese proceso está surgiendo la democracia iliberal, por un lado, y el liberalismo no democrático (…)”. A esto añade Mounk: “(…) sostengo que el profundo desencanto de la gente representa un peligro existencial para la supervivencia misma de la democracia liberal (…)”. En otras palabras, lo que el autor plantea es que, de las  cenizas de la democracia liberal, puede surgir un sistema con derechos pero sin democracia (democracia iliberal) o una democracia sin derechos (democracia iliberal). Ejemplo de una democracia liberal que da el autor es Canadá; de un liberalismo no democrático, la Unión Europea; de una dictadura, Rusia-, de una democracia iliberal, Polonia.

¿Qué entiende Mounk por  “liberalismo” y “democracia”? Su respuesta es directa y precisa, y señala que el liberalismo es un conjunto de ideas comprometidas con la defensa de ciertos valores básicos como los son la libertad de expresión, la protección de los derechos individuales, la división de poderes, etc. En cuanto a las instituciones liberales, el autor señala que protegen la eficacia del Estado de derecho y garantizan los derechos anteriormente mencionados. Desde este punto de vista, el autor señala que tanto Ronald Reagan como Barack Obama son liberales. En cuanto al concepto de democracia, el autor advierte que se ha adquirido la mala costumbre de expandir su significado para que abarque todas aquellas cosas que son de nuestro agrado. Así, un error consiste en no diferenciar entre democracia, liberalismo y el conjunto históricamente contingente de las instituciones. Al respecto señala Mounk:

“Donde más evidente resulta la tendencia a introducir en la noción misma de democracia toda suerte de cualidades deseables es entre aquellos filósofos que han pretendido reservar ese término para los regímenes más justos concebibles (sociedades imaginarias en las que se conseguiría por fin erradicar injusticias como la pobreza extendida o la desigualdad incontrolada). Pero incluso los politólogos que se han esforzado a conciencia por idear concepciones minimalistas de la democracia omiten las distinciones claves que hay entre liberalismo, democracia e instituciones  (…)”.

Mounk hace referencia a la clásica caracterización de la democracia efectuada por el académico de la universidad de Yale: Robert Dahl (1915-2014). Así por ejemplo, en la caracterización de Dahl podemos ver que la democracia posee rasgos tales como elecciones, libres, justas y competitivas, amplia protección de derechos y libertades, y ausencia de autoridades tutelares no elegidas. Frente a esto, Mounk señala que el marco conceptual de Dahl tiene una falencia que consiste en inscribir la protección de derechos individuales en la definición e democracia, lo cual es una consecuencia de no distinguir entre liberalismo y democracia.

Otra consecuencia guarda relación con el análisis de la situación actual de la democracia, puesto que al fundir y hacer desaparecer el liberalismo dentro del concepto de democracia, se hace imposible evaluar las consecuencias del proceso de divergencia del cual estamos siendo testigos en la actualidad entre liberalismo y democracia. En resumen, no podemos hablar de una democracia en singular desconectada de las contingencias históricas (puesto que puede haber otras modalidades como la antigua democracia ateniense) y que la mayor parte de las democracias actuales son democracias liberales.

Frente a esto, Mounk explica que para él la democracia consiste en un “conjunto de instituciones electorales vinculantes que traducen de manera efectiva las opiniones populares en unas políticas públicas correctas”. En virtud de lo anterior, tenemos que la democracia liberal es aquella que “protege los derechos individuales y traduce las opiniones populares en unas políticas públicas concretas.