3) Irving Fisher: Capital, Interés y Tiempo (por Jan Doxrud)

3) Irving Fisher: Capital, Interés y Tiempo (por Jan Doxrud)

Otras aclaraciones que hace Fisher guarda relación con definir el interés como el “precio del dinero”, lo cual es confuso puesto que el precio del dinero es también su poder adquisitivo. Pero resulta que este último y el tipo de interés son cosas distintas. Otra última aclaración se refiere a considerar el interés como un coste, un ingreso para el que paga y un ingreso para el que recibe. Pero, como ya señalamos anteriormente, las ganancias pueden ser de 2 tipos: las de capital y la de renta. Vimos las ganancia de capital no constituyen renta y, señala Fisher, el interés, en cuanto este acrece, constituye una ganancia de capital, por lo que no puede ser considerada como renta, ni positiva ni negativa.

Dejemos hasta aquí las aclaraciones que hace Fisher en relación con el tema del interés y regresemos al concepto de interés. El autor afirma que su obra se limita a estudiar el “tipo de interés” aplicados a los préstamos de gran seguridad u otra clase de contratos que impliquen: a) pagos definidos y asegurados; b) devoluciones bien definidas y aseguradas; c) fechas definidas. Aquí Fisher introduce los conceptos de “interés monetario” e “interés real” y, junto a esto, la variación del patrón de valor monetario. Lo que Fisher denomina como “patrón monetario” no es estable, es decir, que poder adquisitivo de la moneda puede apreciarse o depreciarse. Si, por el contrario, este patrón fuese estable respecto a los bienes, comenta el economista estadounidense, entonces el tipo de interés en términos monetarios sería al calculado en términos de bienes. 

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Pero tal no es el caso puesto que el patrón monetario puede apreciarse o depreciarse y, por lo tanto, el tipo de interés en término monetario será diferente de aquel calculado en términos de bienes. En cuanto a la existencia de un patrón absoluto de valor que exprese el interés real tenemos que es el concepto anteriormente mencionado, la renta real o, para ser más específicos, el índice del coste de la vida. Así, Fisher explica que por medio de este índice se pueden transformar los tipos monetarios de interés en tipos reales (de igual forma con que se hace con los salarios nominales y reales). Pero el autor igualmente insiste en el capítulo XIV que resulta complejo determinar el cambio del valor del dinero y que las personas tienden a sucumbir a los efectos de la “ilusión monetaria”, esto es, el pensar instintivamente en el dinero “como algo constante, incapaz de apreciarse o depreciarse”. Ahora bien, igualmente Fisher añade que puede ser cierto que las personas puedan tener en consideración, en cierta medida (e incluso de manera inconsciente) la variación del poder de compra del dinero. 

En lo que respecta a la relación entre los precios y tipos de interés Fisher afirma que el tipo de interés tiende a ser generalmente alto durante un período en el cual los precios están aumentando (y viceversa). Junto a esto añade que el tipo de interés reacciona con cierto retraso a los cambios en el nivel de precios, de manera que la relación entre estos queda un tanto “oscurecida”. El punto es que el interés sigue al nivel de precios.

Fisher reconoce que que las relaciones entre ambas son recíprocas, pero que su análisis ha venido a demostrar que “en una mayoría decisiva de casos la variación de los precios precede a la variación del tipo de interés”. No obstante lo anterior, el economista estadounidense aclara que lo anterior no significa que las variaciones en la tasa de interés no puedan utilizarse para predecir variaciones en los precios y en la actividad económica.

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A esto añade:

“De hecho, un aumento arbitrario del tipo de interés del tipo de interés tiende a reducir el nivel general de los precios de los bienes y un descenso tiende a aumentarlo. Esto es un hecho que ha sido bien establecido y del que los bancos centrales se han servido a la hora de formular sus políticas bancarias y de crédito”.

Otro punto importante que hace el autor, en el capítulo XIV,  guarda relación con la cantidad de dinero y la tasa de interés, es que esta última no se encuentra determinada  por la escasez o abundancia de dinero. Fisher entiende el razonamiento que subyace a esto, es decir, si el interés es el“precio del dinero”, entonces, como cualquier otros bien, se escasez y abundancia e verá reflejada en precios más bajos o elevados. Frente a esto, el economista explica que la tasa de interés es un “precio” pero de carácter muy peculiar puesto que es el precio pagado por disponer de dinero en el presente en lugar del futuro. Así, el precio del dinero es su poder adquisitivo y no la tasa de interés. Como lo resume Aguirre:

“Cuando el diner abunda los precios suben y la tasa de interés (efecto Fisher) aumenta.  Cuando el dinero escasea los precios descienden y la tasa de interés (efecto Fisher) desciende.”

Como señalé en otro artículo sobre la teoría cuantitativa del dinero, Fisher explicaba que la tasa de interés real es igual a la tasa de interés nominal menos la tasa de inflación esperada. De acuerdo a lo anterior, las tasas de interés reales irán cayendo a medida que la inflación aumenta (a no ser que las tasas nominales aumenten a la misma medida que la inflación.)

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Como señalé más arriba, la teoría del interés de Fisher está estrechamente vinculado con las preferencias temporales de las personas y el dilema entre gastar o invertir. Lo anterior incorpora también una dimensión subjetiva, ya que este intercambio entre bienes presentes y bienes futuros dependerá de lo que Fisher denomina como “ preferencia marginal” o “impaciencia humana (o preferencia temporal). Pero Fisher introduce otro elemento además de la preferencia temporal y es lo que denomina como aquel de “carácter objetivo” y son las oportunidades de inversión. 

Como explica el economista español José Antonio Aguirre en su estudio introductorio a la obra de Fisher, el economista estadounidense construyó su teoría del interés sobre la base del análisis microeconómico de dos decisiones de comportamiento. Estas dos son las que mencionamos anteriormente siendo la primera el intercambio de renta real presente por renta real futura y, la segunda, las decisiones sobre distintas opciones de inversión. Añade Aguirre que, del análisis microeconómico del tipo de interés que realiza Fisher, tenemos que este último era es resultado de la interacción entre las decisiones de consumo en el tiempo de una corriente de renta inamovible y las desiciones de inversión que modifican tal corriente. 

Así continuaremos con los capítulos IV y V en donde Fisher aborda el tema de la preferencia temporal para luego continuar con los otros capítulos en donde aborda las distintas formas de inversión. Fisher, siguiendo a Böhm-Bawerk, explica que en el intercambio de bienes existe un elemento psicológico o subjetivo, de manera que tal elemento también interviene dentro de la teoría del interés. De acuerdo a lo anterior, el tipo de interés o prima en el intercambio entre bienes presentes y bienes futuros entra en escena lo que el economista estadounidense denomina como preferencia marginal de los bienes presentes sobre los bienes futuros. 

Este es un tema que ya he abordado a propósito de la Escuela Austriaca de Economía y el concepto de praxeología. En suma, en igualdad de circunstancias, el ser humano prefiere consumir en el presente que en el futuro, que es lo que Fisher denomina como la preferencia marginal por los bienes presentes. Fisher, en lugar de utilizar el concepto de preferencia temporal, utiliza el de impaciencia humana, las cuales juegan un rol fundamental en la teoría del interés. 

En síntesis, el autor señala que, a la hora de realizar valoraciones, para los seres humanos tiene una mayor utilidad una unidad más de bienes disponibles en el presente que una unidad más de bienes disponibles en el futuro. Para precisar más, en este caso, cuando se habla de “bienes”, que comparamos y valoramos, nos referimos al dinero, de manera que siempre preferiremos un dólar hoy que un dólar en el futuro. Es esto último lo que hemos denominado, con Fisher, como “impaciencia”, es decir, mayor impaciencia significa mayor preferencia por los bienes presentes que los bienes futuros.