1/3-Claudia Goldin y la brecha salarial de género (por Jan Doxrud)
En el presente artículo abordaré las ideas planteadas por la economista Claudia Goldin sobre la evolución de la situación histórica de la mujer en el mercado laboral. La economista es la tercera mujer en recibir el Premio ce Ciencias Económicas del Banco de Suecia en Memoria de Alfred Nobel (conocido erróneamente como “Nobel de Economía” creado en 1968) en el año 2023. Las otras dos mujeres que lo recibieron anteriormente fueron Elinor Ostrom (1933-2012) en el año 2009 y Esther Duflo en el año 2019. Ahora bien, a diferencia de estas últimas dos economistas, Goldin recibió en solitario el galardón.
Como podemos leer en la página web de “The Nobel Prize”, el premio le fue otorgado por haber avanzado en la comprensión de los resultados del mercado laboral de las mujeres. También podemos leer que la economista estadounidense ha realizado un trabajo de rastreo de los archivos y recopilación de más de 200 años de datos de Estados Unidos, “lo que le ha permitido demostrar cómo y por qué las diferencias de género en los ingresos y las tasas de empleo han cambiado con el tiempo”. Afortunadamente sus estudios han sido publicados en un libro que ha sido traducido al español en el año 2024 titulado: “Carrera y familia. El largo viaje de las mujeres hacia la igualdad”.
En un comienzo la intención de Claudia Goldin era estudiar microbiología en la Universidad de Cornell para posteriormente cambiarse a economía en donde recibió su Bachellor of Arts. Goldin destaca la influencia del economista Alfred E. Kahn (1917-2010) en su cambio de rumbo en sus estudios. Posteriormente recibió su Master y Ph.D en la Universidad de Chicago. Actualmente Goldin es Henry Lee Professor of Economics en la Universidad Harvard y titular de la Cátedra Lee y Ezpeleta de Artes y Ciencias en la misma universidad. Entre 1989 y 2017 se desempeñó como directora del programa de Desarrollo de la Economía Estadounidense del National Bureau of Economic Research (NBER) y es codirectora del grupo Género en la Economía del NBER. También es miembro de la Academia Nacional de Ciencias y de la Sociedad Filosófica Estadounidense, así como también de la Academia Estadounidense de Ciencias Políticas y Sociales, entre otras instituciones. Goldin está casada con otro académico de economía de la Universidad de Harvard: Lawrence F. Katz.
Pasemos ahora a examinar el libro. Como escribe la autora, su objetivo es contar la historia sobre cómo surgieron a lo largo del siglo pasado, entre la población femenina, las aspiraciones por tener una carrera, una familia e igualdad. Cuando Goldin habla de familia, tal concepto implica la presencia de un hijo (o hija) tanto biológico como adoptiva, y que no necesariamente incluye la presencia de un esposo o esposa. En el libro, Goldin se enfoca principalmente en las parejas heterosexuales, haciendo algunas pocas referencias a las homosexuales.
En lo que respecta al concepto de carrera, la economista explica que para comprender y precisar su significado, hay que apelar a la etimología de la palabra. De acuerdo con lo anterior, el concepto de carrera proviene del latín “carraira”, esto es, “camino para carruajes” y que, a su vez, proviene de “carrus” o carro. Por ende, este concepto se encuentra vinculado con el de “correr” y “carretera”, por lo que esta palabra podemos entenderla como un “trayecto que recorre una persona y por el que progresa la vida”.
En virtud de lo anterior, el concepto de “carrera” no se reduce a estar empleado en un trabajo, puesto que supone avanzar, persistir, aprender, crecer, invertir y recoger los frutos de todo ello. Otras precisiones que realiza Goldin es que la “carrera”, entre las mujeres, se define como un empleo duradero, codiciado y que, por el tipo de actividad, llega conformar parte de la identidad de la persona. En el apéndice de fuentes, la autora añade que para lograr una “carrera” se requiere “haberla desarrollado a lo largo de un largo período de tiempo e implica que los ingresos laborales superen cierto nivel”.
Una vez delimitado el significado de estos conceptos, Goldin pasa a examinar lo que ella considera como la raíz del problema que causa la diferencia de salarios y perspectivas profesionales entre hombres y mujeres. En este tema hay que ser precavidos en el sentido de que no hay que fijar la atención en los síntomas y aventurarse (y apresurarse) en proponer soluciones rápidas, como pueden ser las políticas de cuota de género, puesto que no resolvería el problema medular. De hecho, Goldin afirma que los datos que reflejan una verdadera discriminación de sueldo y empleo son hoy relativamente escasos. Así, la autora señala que ya no parece ocurrir que las mujeres estén recibiendo un sueldo menor por el mismo trabajo. Por último, añade que la discriminación salarial en términos de ganancia desigual constituye solo una pequeña parte del problema de la brecha salarial.
Los datos longitudinales – información obtenida en el transcurso de la vida de un individuo – señalan que al momento de recibir el título de grado superior, tanto hombres como mujeres tienen sueldos similares. Incluso en los primeros años de empleo la brecha salarial es moderada entre los recién graduados universitarios y quienes recibieron un MBA. La pequeña brecha salarial inicial se explicaría por las elecciones que realizan las mujeres y tal brecha se ensancha 10 años después de obtener la titulación universitaria debido a que ambos sexos se desempeñan en distintos sectores del mercado laboral y en distintas empresas. A esto añade Goldin:
“No es de extrañar que estos cambios generalmente empiecen a darse un año o dos después del nacimiento del primer hijo, y que, casi siempre, afecten de forma negativa a la carrera de las mujeres”.
Por ende la brecha es un síntoma de algo que subyace y que guarda relación con el rol que ha tenido la mujer en la sociedad estadounidense, lo cual implica tomar en consideración los valores prevalecientes en cada época, los prejuicios y estereotipos en torno a las mujeres y las transformaciones que acontecieron a lo largo del siglo XX. Como explica Goldin, las mujeres han tenido un problema central que guarda relación con la escasez de un recurso específico – el tiempo – y, por otro lado, el “costo de oportunidad” (u oportunidad sacrificada) que implica la distribución y uso de ese tiempo con el objetivo de equilibrar carrera y familia. Como afirma Goldin, el tiempo “está organizado de forma despiadada”. Junto con esto añade:
“El cuidado de los hijos requiere tiempo. La carrera requiere tiempo. Independientemente de lo adinerada que esta sea, una pareja no puede ceder a terceros todas las responsabilidades de la crianza de sus hijos. Además, ¿por qué traer niños a este mundo si no va a poder ocuparte de ellos y darles tu amor?”.
Llegamos a otro concepto importante dentro del libro: el trabajo codicioso. Este requiere de un alto nivel de especialización y tienen una menor flexibilidad en lo que respecta al horario laboral. Sucede que son justamente esta clase de trabajos lo que reciben una paga desproporcionalmente mayor. Otro punto importante que añade Goldin es que el trabajo codicioso se traduce en que la equidad en la pareja “ha sido y continuará siendo sacrificada en favor del aumento de los ingresos familiares”.
Por ende el generar ingresos familiares es algo importante y será una de las parejas – hombre o mujer – la que tendrá que asumir un puesto de trabajo más flexible que se adecúe a las necesidades del hogar y cuidado de los hijos. Como usualmente es la mujer la que se desempeña en un trabajo más flexible – en lugar de codicioso – la consecuencia es que ganará menos que su pareja varón. La otra opción es renunciar a que haya más dinero y optar por un “matrimonio entre iguales”. Pero es usual que a lo largo de la historia prevaleciera el primer caso lo cual se explica, en palabras de Goldin, por normas de género arraigadas en la sociedad.
Esto lleva a que incluso las mujeres más ambiciosas ralenticen sus carreras por el bien de sus familias, sacrificando así su carrera, mientras que los hombres sacrifican el poder pasar más tiempo con su familia. Ahora bien este panorama irá cambiando a lo largo del siglo XX como examinaremos a continuación.
En lo que sigue haré referencia de manera resumida a las distintas generaciones de mujeres que Goldin clasifica en 5 grupos. Posteriormente retornaré al concepto de “brecha de género” y las causas que la explican.
Como señalé, Goldin realiza un análisis de la historia de la mujer y su desempeño en el mundo laboral. Para ello confecciona una línea temporal que comienza con aquellas mujeres nacidas en 1878 y que finaliza con aquellas nacidas en 1978. Por otro lado en un extremo tenemos a aquellas mujeres que se titularon en año 1900 y al final de la línea temporal tenemos a aquellas que se titularon en el año 2000. Esta línea temporal se divide en 5 grupos diferenciados como podemos ver en la siguiente imagen.
Como afirma la autora, en esta línea temporal existe un punto de inicio pero no un punto final. Añade que las diferencias entre los grupos se centran en las aspiraciones y decisiones de sus integrantes en lo que respecta al tema central del libro: carrera y familia. En suma lo que se propone la autora es analizar los cambios acontecidos en materia laboral a lo largo del siglo – incluyendo barreras de género, avances científicos, cambios en la legislación y el aporte del movimiento feminista – y como la trayectoria de cada grupo estuvo marcado por el anterior. La autora también destaca la influencia de aquellos “poderes de tal envergadura que nos resultan incontrolables (…)”.
La autora describe tales poderes como placas tectónicas que se mueven y obligan a quienes están sobre ellas a tener que adaptarse para poder así mantener el equilibrio. Por ende, es importante considerar aquellos elementos que están fuera del control individual “y que no son específicos de la población femenina (…)”.Junto con esto añade:
“Se trata de poderes que aumentan el crecimiento económico y regulan la distribución de los ingresos, los que incrementan la demanda de empleo en sectores específicos y la hacen disminuir en otros”.